domingo, 25 de abril de 2021

Capítulo 12: EL DIOS SUPREMO TIENE SENTIMIENTO Y CARÁCTER. DIOS SIEMPRE ESTÁ ATENTO PARA JUZGAR ENTRE LO BUENO Y LO MALO QUE HAGAN SUS CRIATURAS. por Alexander Gell

 


(Este es el capítulo número 12 del libro titulado: “EL PADRE CELESTIAL; EL DIOS SUPREMO: EL ÚNICO DIOS VERDADERO”; pinchando en el siguiente enlace pueden leer o descargar el libro completo: https://manualbiblicodoctrinaldealexandergell.blogspot.com/p/noticias.html)


Luego de que hemos analizados estos 11 capítulos hemos conocido mucho del Dios supremo: Él es el único creador de todo, es el único eterno e inmortal absoluto, tiene el control completo de todo lo que acontece, es el único todopoderoso, el único omnipresente a través de su espíritu, el único omnisapiente, es decir: todo lo sabe, incluyendo el futuro. Hemos conocido que las sagradas escrituras son “TEOCÉNTRICA”, es decir: toda gira en torno a la voluntad absoluta del padre celestial, dueño único del nombre Yahveh, al único que debemos de elevar nuestra oración y nuestra más alta adoración, y quien tiene el absoluto control sobre todo lo que acontece en la creación. Es un Dios sin igual, una persona única en su género; no existe nadie que sea literalmente como EL.

Ahora en este subtema numero 13 vamos a conocer el carácter, los sentimientos y la apariencia del Dios supremo: el trato de Dios con su creación humana, la forma de amar y bendecir al que hace lo bueno, y también la forma de hacer justicia y castigar al que persiste en hacer lo malo. Vamos a demostrar que el padre celestial no es un Dios impersonal, una especie de ser indiferente ante su propia creación, todo lo contrario: vamos a conocer que el Dios supremo esta todo el tiempo atento a su creación; vamos a conocer el corazón de Dios, sus anhelos y alegrías, y también su carácter cuando se enoja; un Dios todopoderoso que, aunque Él habita en lo más alto y sublime, y es dueño de todo cuanto hay en el universo, tiene tanta humildad en su corazón, que El mismo dice lo siguiente:

“Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos”. Isaías 57:15.

Si, ese Dios todopoderoso tiene pensamientos muy tiernos para con sus hijos, y anhela que todos sus hijos conozcan que Dios tiene muy buenos y perfectos sentimientos. Por ejemplo, la biblia dice que “DIOS ES AMOR”, vamos a leerlo:

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él”. 1 Juan 4: 7-9.

En este pasaje vemos algo importante, y es que Dios mismo en persona es amor, es decir: TODO SU SER IRRADIA AMOR, y, además, Dios quiere que los creyentes sean amorosos con el prójimo, así como Dios es amoroso, ya que desarrollando el fruto espiritual del amor PODEMOS CONOCER A DIOS Y NACER DIRECTAMENTE DE DIOS. Cuando amamos al prójimo de forma sincera y limpia NOS PARECEMOS A DIOS MISMO, y podemos despojarnos de lo que sea con tal de socorrer al que está en verdadera necesidad, tal y como Dios envió lo que más amaba para salvar a los pecadores: envió a su hijo primogénito y unigénito: el señor Jesucristo.

El hijo de Dios, Jesucristo, mostró con sus acciones que Dios mismo era quien mostraba amor y misericordia cuando Jesús andaba sanando a todos los afligidos, libertando a los cautivos y predicando el evangelio de salvación, vamos a leerlo:

“Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El” hechos 10: 38.

Dios hacia estas obras a través del señor Jesucristo, porque Dios es un ser de profunda misericordia, vamos a leerlo:
Tito 3:5: “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,

Hebreos 4:16: “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Esto que hacia el señor Jesucristo, cuando Jesús andaba sanando a todos los afligidos, era simplemente un ejemplo de lo que Dios va a hacer en el futuro cuando resucite de entre los muertos a sus escogidos, a aquellos que creyeron en Él. Los va a resucitar en un cuerpo incorruptible, espiritual y glorioso, semejante al cuerpo divino que recibió el mismo señor Jesucristo cuando el padre celestial le resucito de entre los muertos, vamos a leerlo:

Romano 8:11: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”.

1 Juan 3:2: “Amados, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser. Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le veremos como Él es”.

Como podemos ver, los que alcancen la resurrección de entre los muertos cuando el señor Jesucristo regrese en gloria resucitaran con un cuerpo semejante al cuerpo poderoso y glorioso del mismo señor Jesucristo, ya que dice en 2 Pedro 1: 4 que Dios nos hará participantes de su naturaleza divina, en pocas palabras: SEREMOS SEMEJANTES A DIOS MISMO, al ser seres espirituales.

Mientras tanto, en lo que llega el día de la resurrección, en esta era cristiana los creyentes reciben el espíritu santo, es decir: Dios le infunde de su espíritu o poder a los creyentes para ayudarlos a vivir una vida santificada, y, además, para guiarnos a toda verdad y a toda justicia, de este modo podemos afrontar los embates de este mundo repleto de tentaciones y de carnalidad, ya que este sistema mundano actual está gobernado por el príncipe de este mundo; por satanás (Juan 14:30). Es por eso que debemos desarrollar un carácter y personalidad parecidas al Dios supremo, pues dice la biblia que el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, y evidentemente el anhelo del padre celestial es que sus hijos se parezcan a Él desarrollando un carácter justo y santo, vamos a leerlo:


Efesios 4:24: “y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.”

Todo esto que venimos analizando demuestra que Dios siempre está atento a su creación, analizando todo acontecimiento de forma muy minuciosa, ya que los ojos de Dios están sobre los buenos y los malos, vamos a leerlo:
Proverbios 15: 3: “En todo lugar están los ojos del SEÑOR, observando a los malos y a los buenos.”

Hebreos 4:13: “Y no hay cosa creada oculta a su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.”

Dios conoce que en esta condición humana sufrimos muchas debilidades, tanto físicas, espirituales y mentales, es por eso que, en su gran misericordia, El comparte de su espíritu o poder con aquellos que creen en El, vamos a leerlo:

1 Juan 4: 13: “En esto sabemos que permanecemos en El y El en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.”

Evidentemente, el espíritu santo no es ninguna supuesta “tercera persona de un dios trino”, sino que es el poder de Dios, y a través de ese poder Dios hace morada en los creyentes.

1 corintios 3: 16: “¿O no sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”.

Efesios 2:22: “en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”

Ezequiel 36:27: “Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.”

Esto quiere decir que una parte de Dios mismo habita en los creyentes, una porción del poder del altísimo.

Este es el modo en como Dios capacita a los creyentes, para que estos desarrollen los buenos frutos del espíritu (gálatas 5: 22-23), y les da la habilidad y sabiduría para predicar el evangelio de la gracia, de este modo, nosotros los creyentes (simples y pequeños mortales) somos convertidos en embajadores y colaboradores de Dios mismo, vamos a leerlo:
2 corintios 5: 20 “Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros; en nombre de Cristo os rogamos: ¡Reconciliaos con Dios!.”
1 corintios 3: 9: “Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.”

Observen por ustedes mismos, como el Dios todopoderoso, creador de los cielos y la tierra, decide tener una relación muy cercana con aquellos que le obedecen, a tal punto de hacer que los creyentes se conviertan en UNO con el Dios supremo, lo pueden leer en Juan 17: 21-23.

Todo esto muestra la gran misericordia y el amor del Dios eterno, quien, al ver la caída de los primeros padres humanos en el jardín de Edén, ya tenía diseñado y preparado de antemano el medio de la salvación para todos los seres humanos a través del señor Jesucristo. Y es que desde el antiguo testamento ya Dios procuraba tener una relación muy íntima con aquellos que practican lo que es justo, vamos a leerlo:
Proverbios 3: 32: “Porque Yahoveh abomina al perverso; Mas su comunión íntima es con los justos.”

Como hemos visto en los pasajes anteriores el Dios supremo es un Dios de amor y grandes misericordias, que, aun siendo el todopoderoso, no por eso deja de atender las necesidades de toda su creación. Esto demuestra que los sentimientos del señor son buenos, y Él quiere que sus hijos le imiten, vamos a leerlo:


Miqueas 6:8: “Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda Yahveh de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?

Y es que a Dios se le alegra el corazón cuando sus hijos son obedientes y aman sus ordenanzas, vamos a leerlo:
Proverbios 27: 11 “Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, para que yo responda al que me afrenta.”

Bien, también debemos de estar claros en esto: si bien “Dios es amor”, debemos de reconocer que también Dios es justo, y se enoja ante lo malo; además disciplina de manera muy fuerte los errores de aquellos a los cuales ama, incluso la biblia dice que Dios es “fuego que consume” capaz de destruir a aquellos que son impíos irreverentes. Sin duda alguna todos estos sentimientos fluyen en Dios de manera justa, por lo tanto: EL TENER AMOR NO LE IMPIDE A DIOS DARLE SU MERECIDO A AQUELLOS QUE HACEN LO MALO, vamos a leerlo:


salmo 7: 10-13: “Mi escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón. Dios es juez justo, y un Dios que se indigna cada día contra el impío. Y si el impío no se arrepiente, El afilará su espada; tensado y preparado está su arco. Asimismo, ha preparado armas de muerte, Y ha labrado saetas ardientes.”

Ciertamente si el impío no se arrepiente y se aparta del mal, Dios le destruirá, tanto en esta vida presente, como también en el lago de fuego, en la muerte segunda, esta es la razón de por qué Dios da la advertencia, y pone ante el ser humano los dos caminos, el de la vida y la muerte, el de la bendición y la maldición, y Dios mismo aconseja a que elijamos bien qué camino tomar, vamos a leerlo:


Deuteronomio 30:19: “Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia.

Los que escogen el buen camino Dios los amará y los bendecirá, si escogen el mal camino Dios les aborrecerás y los destruirás, en esto no hay término medio, vamos a leerlo:
Proverbios 11:19: “El que persiste en la justicia alcanzará la vida, y el que va en pos del mal, alcanzará su propia muerte.”

Romanos 2: 7-11: “a los que por la perseverancia en hacer el bien buscan gloria, honor e inmortalidad: reciben vida eterna; pero a los que son ambiciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia: reciben ira e indignación. Habrá tribulación y angustia para toda alma humana que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego. pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego. porque no hay acepción de personas para con Dios.”

En cambio, si una persona se arrepiente de su maldad y se aleja de sus malos caminos, acepta el evangelio del señor Jesucristo; esa persona es transformada en un hijo de Dios, y Dios le da a esa persona de su espíritu, le pone un sello espiritual. Vamos a leerlo:
2 Corintios 1:22: “el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.”

Ya esa persona, al estar sellada con el espíritu de Dios, no será condenada nunca. Si en el trayecto de su vida esa persona comete algún error o pecado, ahora tiene un abogado que lo defiende ante Dios, a Jesucristo el justo, vamos a leerlo:
1 Juan 2: 1: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.”

2 corintios 1: 21-22: “Ahora bien, el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió, es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.”


Si acaso la carnalidad no cede en esa persona que ahora es un hijo de Dios, entonces Dios lo disciplina como un padre que disciplina a su hijo, vamos a leerlo:

Hebreos 12: 5-7: “además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: HIJO MIO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR EL; PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?”

Dios hace esto por la razón de que, una vez la persona se convierte en hijo de Dios a través del evangelio, y el espíritu santo ya está en esa persona y le ha sellado, Dios nunca lo condenaría a la destrucción eterna, porque ya es un hijo de Dios, un embrión espiritual. Lo que hace el padre celestial es disciplinar, incluso de forma muy dura, a sus hijos, para que estos no se pierdan con el mundo, y así asegurarle la salvación: esto lo dice la biblia de forma literal, vamos a leerlo:

1 corintios 11:32: “Pero cuando somos juzgados, el Señor nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.”

Incluso la disciplina puede incluir poner al creyente al borde de la muerte. Dios nunca condenaría a la perdición a unos de sus hijos, es por eso que a veces la disciplina es bien dura., vamos a leerlo:
salmo 118: 17-18: “No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Yahoveh. El SEÑOR me ha castigado severamente, pero no me ha entregado a la muerte.”

La salvación del verdadero creyente nunca se pierde, porque esa salvación es un regalo de Dios mismo, y ciertamente Dios nunca se equivoca cuando elige a alguien para que sea su hijo, ya que (evidentemente) es Dios quien hace que sus escogidos se acerquen a El mismo, vamos a leerlo:
Juan 6: 44: “Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.”

Juan 10: 27-29: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.

 La salvación es eterna para todos aquellos que, aun con algunas que otras debilidades, persevera hasta el fin en buscar a Dios, vamos a leerlo:
hebreos 7:25: Por lo cual Él también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Jesús se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.

La vida cristiana es un arduo proceso, poco a poco, entre caídas y levantadas, nos vamos vistiendo y renovando, convirtiéndonos en un nuevo hombre creado a imagen de Dios mismo, vamos a leerlo:

Colosenses 3:10: “y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó.”

Otras veces los verdaderos cristianos pasan por duras aflicciones no porque hayan cometido algún pecado, sino que sufren penalidades por el simple hecho de ser servidores de Dios, por lo cual el mundo los aborrece, vamos a leerlo:

2 Timoteo 3: 12: “Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos.”

1 Pedro 4:14: “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, dichosos sois, pues el Espíritu de gloria de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por ellos Él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado.”

Mateo 5: 11-12: “Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan, y digan todo género de mal contra vosotros falsamente, por causa de mí. Regocijaos y alegraos, porque vuestra recompensa en los cielos es grande, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros.”

Pero; Dios sí que condena a la destrucción eterna a todos aquellos irreverentes que nunca se han arrepentido, a esos que no les interesa las normas divinas, y jamás han intentado acercarse a Dios, aun Dios les dé la oportunidad del conocimiento: ESOS QUE LES GUSTA EL MAL; ciertamente con ese tipo de gente Dios está enojado todos los días, y, al final; serán destruidos en el lago de fuego. Ya que los impíos irreverentes llegan a un extremo que sus vidas solo están dedicadas al mal, por lo tanto; Dios se vengara de ellos, vamos a leerlo:
Nahúm 1:2: “Dios celoso y vengador es Yahveh; vengador es Yahveh y lleno de indignación; Yahveh tomará venganza de sus adversarios, y guarda ira para sus enemigos.”

Ciertamente, si alguien que lleve el título de cristiano llegase a condenarse, es simplemente porque nunca fue un verdadero cristiano, sino que siempre fue un falso cristiano, vamos a leerlo:


1 Juan 2: 19: “Salieron de nosotros, pero en realidad no eran de nosotros, porque si hubieran sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron, a fin de que se manifestara que no todos son de nosotros.”

Esos son impíos que se infiltran en el cristianismo para corromper el evangelio y engañar a muchos, vamos a leerlo:
2 Pedro 2: 1-2: “Pero se levantaron falsos profetas entre el pueblo, así como habrá también falsos maestros entre vosotros, los cuales encubiertamente introducirán herejías destructoras, negando incluso al Señor que los compró, trayendo sobre sí una destrucción repentina. Muchos seguirán su sensualidad, y por causa de ellos, el camino de la verdad será blasfemado.”

Es por esta razón que Jesús aconseja a no dejarnos engañar:

Lucas 21:8: “Y Él dijo: Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: ``Yo soy el Cristo, y: ``El tiempo está cerca. No los sigáis.”

Esos individuos nunca fueron verdaderos cristianos, es por eso que el día del juicio serán destruidos en el lago de fuego, así como Dios va a destruir también a todos los impíos.

Entonces tenemos que Dios ES AMOR Y MISERICORDIA, pero también tenemos que Dios DISCIPLINA A QUIENES AMA, Y RECOMPENSA A QUIENES LE OBEDECEN; y además tenemos que Dios es INFLEXIBLE EN CONTRA DE LOS PECADORES, ESTA AIRADOS CON ELLOS Y PRESTO A DESTRUIRLOS SI NO SE ARREPIENTEN: Dios paga a cada quien de acuerdo a lo que las personas hayan sembrado; vamos a leerlo:


gálatas 6: 7-10: “No se engañen a sí mismos; nadie puede engañar a Dios; uno siempre recogerá lo que haya sembrado. El que siembra para satisfacer los apetitos de su naturaleza pecaminosa, de ella cosechará destrucción; pero quien planta lo que le agrada al Espíritu, cosechará vida eterna del Espíritu. Así que no nos cansemos de hacer el bien, porque si lo hacemos sin desmayar, a su debido tiempo recogeremos la cosecha. Por lo tanto, hagamos el bien a todos cada vez que se presente la oportunidad, y especialmente a los que, por la fe, son de la familia.

Habiendo ya reconocido todas estas características personales del padre celestial, como su amor y misericordia para salvar, como también su justicia y su ira para condenar, debemos entender que nosotros los humanos también tenemos sentimientos parecidos. Esto sucede por un hecho muy simple: EL SER HUMANO ESTA CREADO A IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS. Vamos a leerlo:

Genesis 1: 26-27: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó.”

Hay diferencia entre “SEMEJANZA” e “IMAGEN”.

Los seres humanos son “SEMEJANTES” a Dios porque tenemos sentimientos y carácter, virtudes y propósito. La facultad de gobernar sobre la creación, inteligencia y toda cualidad parecida a las antes mencionadas. El intelecto nos hace parecidos o semejantes a Dios. Es por eso la insistencia en la biblia de cuidar nuestra mente y acciones, ya que si utilizamos bien el intelecto y sentimientos sin duda que la semejanza a Dios crecerá mucho más en nosotros. En cambio; si el ser humano permite que sus pensamientos, intelecto y sentimientos se contaminen con el mal, entonces se parecerán al mismo Diablo, tal y como señaló Jesucristo a los malvados fariseos y maestros de la ley, cuando les dijo lo siguiente:


Juan 8: 44: “Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él.”

Los homicidas, los mentirosos, los criminales; todos los que practican activamente la maldad sin duda alguna es un hijo del diablo, y si esa persona no se arrepiente, sin duda Dios le maldecirá y al final le destruirá en el lago de fuego, tal y como dice en apocalipsis 21: 8.

En cambio, a los creyentes que han de heredar la vida eterna se les aconseja lo siguiente:
1 Pedro 1: 15-17: “sino que, así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO. Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación.”

Si, podemos buscar la santidad porque se puede, ya que, si no se pudiera, ese pasaje no existiría. Claro que mientras caminamos en esta vida practicando la santificación, eso no significa que seamos 100 por ciento perfectos y sin cometer algún error, pero, como dijimos anteriormente, tenemos un abogado (Jesucristo) que nos defiende ante el juez supremo, y ese mismo juez supremo, que es el padre celestial, nos ha dado de su espíritu para que logremos levantarnos ante cualquier caída. Vamos a leerlo:


proverbios 24: 16: “porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia.”

Salmos 37:24: “Cuando caiga, no quedará derribado, porque Yahveh sostiene su mano.”

Mientras más nos ejercitemos en la santidad y en los buenos frutos espirituales, más semejantes a Dios seremos, aun batallemos diariamente con nuestras debilidades, vamos a leerlo:

Efesios 5: 1: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.”

Filipenses 3:12: “No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús

Colosenses 3:12: “Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia.”

Filipenses 2:15: “para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo.”

Si, lo dice las escrituras, podemos convertirnos en seres parecidos a Dios mismo, aun seamos simples seres humanos:

Efesios 4:24: “y os vistáis del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad.”

Entendiendo que tenemos la semejanza de Dios reflejada en la capacidad que tienen los seres humanos en tener intelecto, sentimientos y decisión, también debemos de entender que los seres humanos tenemos “LA IMAGEN” de Dios, es decir: físicamente nos parecemos a Dios. Vamos a leerlo:


Genesis 1: 17: “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó.”

Dios tiene rostro, tiene manos, tiene pies, ojos, etc; y los seres humanos también tiene esos miembros, la diferencia es que Dios tiene un cuerpo espiritual, y los humanos un cuerpo de sangre y carne. Esta es la razón por la cual Dios exige a que los seres humanos se amen y se respeten uno al otro, ya que los seres humanos llevan la imagen de Dios mismo, vamos a leerlo:


Génesis 9:6: “Si alguien mata a un hombre, como pago otro hombre lo matará a él, pues el hombre ha sido creado a imagen de Dios.” (versión “Dios habla hoy”).

Santiago 3:9: “Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios.”

Amando y respetando a nuestro prójimo también estamos, literalmente, respetando y amando a Dios mismo, ya que, si decimos que amamos a Dios, pero aborrecemos a nuestro prójimo, es una actitud hipócrita, vamos a leerlo:

1 Juan 4: 20: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.”

1 Juan 3:17: “Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?”.

Entonces, tenemos que nuestro padre celestial tiene sentimiento y carácter; EL no es un Dios indiferente ante su propia creación, sino que siempre esta presto a actual para bendecir y premiar a quienes buscan la santificación y parecerse más a Dios; pero también esta presto a maldecir y destruir a aquellos que de forma irreverente les gusta hacer el mal. Es por eso que hemos aprendido en este subtema que debemos imitar a Dios en su carácter y sentimientos, ya que para lograr precisamente eso, Dios nos ha dado de su espíritu.

Como hemos dicho anteriormente, la biblia muestra que el padre celestial siempre está activo, atento a todo lo que sucede en su creación, siempre presto para dar el pago en persona, para ayudar a levantarse a sus hijos, darle oportunidades de arrepentimiento a los perversos, o para castigar a quienes neciamente se niegan a arrepentirse.

Esto es muy diferente a los dioses falsos hinduistas de la nueva era. Por ejemplo, el mayor de los dioses hindúes, Brama, es supuestamente el dios que da vida a todo, pero es un dios indiferente, vive eternamente como en una especie de trance, ni hace nada bueno ni malo. Es un dios impersonal. Las criaturas que salen de ese dios se desarrollan pagando el supuesto “Karma”. El karma es un mecanismo automático, como un reloj programado, que es lo que da el pago a lo bueno o malo que hagan las criaturas. Si una criatura hace lo malo, en su próxima reencarnación puede regresar a la vida en forma de una criatura inferior (por ejemplo: si eres un ser humano y haces mal, cuando mueres puedes reencarnar nuevamente, pero transformado como un animal o un demonio), y vivir desdichas como pago a su Karma pasado, y así continuar de forma casi infinita reencarnando una y otra vez, en un ciclo de millones de años, hasta que comience a pagar sus karmas, y entonces comenzar a elevarse a reencarnaciones más sublimes y espirituales, como pasar de ser un insecto y reencarnar en un humano, de humano a algún ángel, en una escalera casi infinita de millones de años, hasta un día llegar a la máxima iluminación espiritual y fundirse con Brama, hacerse uno con Brama, y ya estando allí fundido ese ser entra en esa especie de estado vegetativo, sin sentimientos, sin carácter, como dormido, totalmente indiferente a las alegrías o sufrimientos de las criaturas. Total, el “mecanismo” del karma le ahorra el trabajo a ese dios tan pusilánime, inactivo y dormilón. Las personas atadas a esas culturas hinduistas tienen un espíritu de derrota parecido al de su dios, ya que ellos viven sumergidos constantemente en una supuesta “meditación” para escapar por sus propios medios y fuerzas de la rueda del “shansara” que es el motor del karma y la reencarnación, y viven de este modo una vida inactiva, perezosa, sin importarles las demás personas, sin necesidad de ayudar a nadie, ni aconsejar a nadie, como muertos vivos: total, cada quien de todos modos en millones de años futuros de reencarnaciones van a sumergirse en Brama, entonces: ¿para qué afanarse?.

Nuestro padre celestial es muy diferente a esos dioses falsos indiferentes, ya que nuestro padre celestial siempre está trabajando en todo lo que ocurre en su creación, tratando en persona todo lo relacionado sobre la vida y la muerte, sobre la salvación o la condenación.

Además, Dios no ha detenido su mano, sino que continúa trabajando en la naturaleza, enviando las lluvias para las cosechas y hace salir el sol para dar vida al mundo, vamos a leerlo:

Mateo 5:45: “para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos; porque El hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.”

Deuteronomio 11:14: “El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite.”

Hechos 14:17: “y sin embargo, no dejó de dar testimonio de sí mismo, haciendo bien y dándoos lluvias del cielo y estaciones fructíferas, llenando vuestros corazones de sustento y de alegría.”

Pero, debemos preguntarnos: ¿Qué parámetros usa Dios para juzgar a las personas?

Sabemos que en la era de la gracia los cristianos tenemos un intercesor que nos defiende ante el gran juez: y somos salvos por los méritos de nuestro abogado, el cual es Jesucristo. Pero ¿Cómo Dios ha de juzgar a los impíos?

La respuesta es muy sencilla: Dios usa su ley.

La ley de Dios, la cual es justa, buena y santa (romanos 7: 12) es nuestro próximo tema.


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Su amigo y hermano:






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Los hermanos: 

José Yúnior, Jhon Wilian, José Javier, Rodolfo Bianchi, Luzma Suarez, Dayana Suarez, Elena Villamizar, Antonio-Antonio,  Harrison García, Juan Gabriel Londoño.

También muy especialmente al hermano Rolando Cáceres, en Formosa Argentina, director de la estación de radio CBI (congregación bíblica internacional).

Y saludos afectuosos a todos los hermanos en cristo que se congregan vía Telegram en el GRUPO DE ESTUDIOS Y DEBATES BÍBLICOS.



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