lunes, 14 de febrero de 2022

PARTE 22. CAPITULO 17. TEMA 2. CAPITULO 17; EL EVANGELIO DE JESUCRISTO VERSUS LA LEY DE MOISÉS.

 

JESUCRISTO: EL HIJO UNIGÉNITO Y PRIMOGÉNITO DEL PADRE: LA DOCTRINA DE “EL PADRE Y EL HIJO”.

22.

 

Por Alexander Gell: estudiante de la biblia 2021-2022.





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LA LEY ES HASTA CRISTO:

En Romanos 3: 4 dice lo siguiente: “Porque Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree.” Fíjense bien que este pasaje dice que el fin de la ley es cristo, pero esa justicia a través de cristo SOLO FUNCIONA PARA AQUELLOS QUE CREEN EN ÉL. En pocas palabras, solo aquellos que ejercen fe en el sacrificio hecho por Jesucristo pueden escapar de la maldición de la ley; es decir: a esas personas la ley no les puede condenar. La ley continúa haciendo su función de señalar todo lo que es pecado y condenar a quienes infringen la ley, pero ahora los que están en cristo quedan libres de la ley, ya que sus vidas literalmente pertenecen a cristo: son propiedad de Jesucristo, ya que Jesús los compró con su propia sangre, vamos a leerlo:

Hechos 20:28: “Tened cuidado de vosotros y de toda la iglesia, en medio de la cual el Espíritu Santo os ha hecho obispos para pastorear la iglesia de Dios, la cual Jesús compró con su propia sangre.”

1 Pedro 1: 18-19: “sabiendo que no fuisteis redimidos de vuestra vana manera de vivir heredada de vuestros padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha, la sangre de Cristo”.

Literalmente Dios el padre nos ha entregado en manos del señor Jesucristo, vamos a leerlo:

Juan 17: 6: “He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra.”

Pero ¿Qué resulta? Que todos aquellos que ahora son propiedad del señor Jesucristo tienen la vida eterna asegurada, no por méritos propios, ni tampoco por guardar la ley, sinó por los méritos ganados por el mismo señor Jesucristo, es por eso que el verdadero creyente jamás podrá perderse, vamos a leerlo:

Juan 6:39: “Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final.” (este pasaje deja totalmente claro que el creyente genuino jamás podrá perderse, sinó que Jesús le dará vida eterna el día final).

Juan 17:2: “por cuanto le diste autoridad sobre todo ser humano para que dé vida eterna a todos los que tú le has dado.” (igualmente este pasaje asegura que todas aquellas personas que Dios el padre ha entregado en manos de Jesucristo tienen asegurada la vida eterna).

Como dijimos anteriormente: la ley nos tenía prisioneros y condenados a muerte: la ley era nuestro antiguo guardián o dueño, pero ahora en cristo hemos obtenido la liberación y pertenecemos a otro dueño, a cristo, ya que, a través del sacrificio de Jesús, el cual murió y resucitó de entre los muertos, los creyentes han sido literalmente comprados por cristo, de este modo el señor Jesucristo ha obtenido la redención de gentes de todo el mundo, vamos a leerlo:

Apocalipsis 5:9: “Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación.”

Entonces tenemos que el señor Jesucristo con su sacrificio, no solo ha libertado a aquellos que estaban sujetos a la ley, es decir: los israelitas, sino que también ha libertado a todos los gentiles que creyeren en él, ya que la iglesia está conformada por personas de todo linaje, pueblo, lengua y nación, ahora no importa si se es judío o gentil, lo importante es pertenecer a cristo, vamos a leerlo:

Gálatas 3: 27-29: “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa.”

 

2): LA LEY CONTINUA VIGENTE:

Ciertamente la ley continuará haciendo su función de señalar lo que es pecado y condenar hasta que llegue el juicio final ante el gran trono blanco en el futuro, ya que Jesús dijo que la ley continuaría hasta que haya cielo nuevo y tierra nueva: hasta que todo se haya cumplido, pero esa ley de Dios no puede señalar o condenar a aquellos que son de cristo, ya que el señor Jesucristo con sus propios méritos justifica a todos aquellos que creen en él, y esos méritos de Jesús nos hace a nosotros los creyentes JUSTOS ANTE DIOS. Por lo tanto, la ley no es para los justos sinó que es para los injusto. Veamos como lo explica el apóstol Pablo:

1 Timoteo 1: 8-10: “Pero nosotros sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente, reconociendo esto: que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los injustos; transgresores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los inmorales, pervertidos sexuales, secuestradores, mentirosos, los que juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina.”

Como podemos ver en este impresionante pasaje, el apóstol Pablo deja sumamente claro que la ley ahora solo funciona contra aquellos que no han sido justificados por el señor Jesucristo, todos aquellos que son injustos: todos aquellos que viven PRACTICANDO EL PECADO, es decir: tienen el pecado como un estilo de vida. La ley continuará vigente hasta que llegue el juicio final ante el gran trono blanco, en el futuro, ya que Dios va a usar la ley para juzgar las obras de cada quien. Es por eso que tanto el antiguo testamento, como también el nuevo testamento nos advierte y aconseja a apartarnos de todo pecado, ya que todas las obras, sean buenas o malas, serán juzgadas en aquel día, vamos a leerlo:

Romanos 2: 5-12: “Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios. Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados.”

Ahí lo tienen bien claro: Dios va a usar la ley para juzgar en el juicio final. Juzgara a aquellos que no conocieron la ley, los cuales hicieron lo malo, y por su maldad perecerán, y también juzgara a aquellos que conocieron la ley, y aun conociendo la ley hicieron lo malo, la misma ley los condenará. Es por esto que la ley permanecerá vigente hasta que llegue el día del juicio final, para por medio de la ley juzgar todas las obras pecaminosas, ya que la ley es lo que da el conocimiento de lo que es pecado, es por eso que el apóstol Pablo advierte lo siguiente:

Gálatas 5: 19-21: “Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.”

 

LA LEY MOSAICA EN EL REINADO MILENIAL DE JESUCRISTO.

(este tema en particular lo he editado a profundidad en otro capítulo, por lo cual aquí solo voy a resumirlo de forma muy breve)

Toda la ley de Moisés, con todos sus preceptos, rituales de sacrificios y hasta guardar el sábado; todo eso será nuevamente establecido sobre toda la tierra en la temporada conocida como “EL MILENIO”. Cuando Jesús regrese por segunda vez, y la iglesia sea glorificada, en la primera resurrección, y (además) todos los gobiernos impíos sean destruidos en la batalla de Armagedón, entonces Jesús se sentará en el trono de David y reinará sobre la tierra por mil años a todas las naciones, siendo Jerusalén la capital del mundo: la tierra será convertida en un paraíso como en los días de Adán. La iglesia también reinara junto con cristo: todos los cristianos resucitados, y aquellos que aún estaban vivos a la llegada de Jesús, serán transformados en un abrir y cerrar de ojos en seres espirituales, inmortales y gloriosos, como los ángeles del cielo.

Aquellas naciones y personas que, en el gobierno de la bestia (poco antes de la segunda venida de Jesucristo), ayudaron a los cristianos perseguidos, dándoles pan, abrigo y visitándoles en las cárceles, serán recompensados con la vida eterna, pero aún no tendrán cuerpos glorificados, como si lo tendrán los de la iglesia. Tambien habrá sobrevivientes de las naciones que, aunque no fueron cristianos, actuaron en la vida con muy buena conciencia, y lograrán continuar vivos cuando Jesús comience a reinar sobre la tierra. Ellos son los que van a repoblar la tierra en el milenio, ya que podrán tener hijos, pero sus hijos no serán inmortales, sinó que serán de vida neutral, y es para ellos que la ley mosaica será restablecida, para que esos que nacen en el milenio sean probados, (ya que el evangelio de la gracia nunca más será predicado, ya que Jesús estará en persona reinando sobre la tierra y la iglesia ya habrá sido glorificada) y así, luego que pase el milenio y satanás haga su última revuelta, muchos de ellos abstendrán la inmortalidad, mientras que otros serán destruidos por haberse unidos a satanás en su última revuelta. Por lo tanto, en el milenio la ley mosaica será reestablecida para así probar a aquellos que repueblen la tierra en medio del milenio. Luego del milenio es cuando viene el juicio final ante el gran trono blanco, la segunda resurrección, y Dios juzgara las obras de cada uno de acuerdo a la ley. Luego de ese juicio, ya la ley terminará, ya que Jesús dijo que la ley solo estará vigente “hasta que haya tierra y cielo nuevo.”

(repito: este tema sobre el milenio, y como la ley estará nuevamente establecida en esa temporada, lo he editado a profundidad en un capítulo más adelante, mientras tanto pueden ustedes ir confirmado esto leyendo desde el capítulo 40 hasta el capítulo 47 de Ezequiel).

 

LA LEY DE LA CONCIENCIA.

También en el juicio final Dios va a usar otro tipo de ley para juzgar a aquellos que no conocieron la ley entregada a Moisés. Recuerden que no todas las naciones de la tierra llegaron a conocer esos preceptos o mandamientos que Dios entregó a Moisés, por lo cual Dios puso dentro del hombre lo que se conoce como “LA CONCIENCIA”; esta conciencia es un mecanismo mental que influye en la moral, es una especie de balance interno en la mente que hace que se tome decisiones entre el bien y el mal. Esta conciencia es una especie de copia básica de la ley, grabada dentro del ser humano, de este modo todas aquellas personas que nacieron en naciones donde no se conocía la ley entregada a Moisés podían medir y decidir entre el bien y el mal, incluso podían poner por escrito buenas leyes para regirse por ellas como nación. Eso lo vemos en naciones modernas que poseen buenas leyes, como por ejemplo los Estados Unidos de América. Es así como vemos que cuando Jonás fue enviado por Dios a advertir a los habitantes de la ciudad de Nínive sobre el juicio de Dios, los gobernantes de esa nación y todos los ciudadanos pudieron darse cuenta de que estaban obrando mal, que tenían que mejorar sus condutas, de lo contrario Dios los iba a destruir del mismo modo que destruyó a Sodoma y Gomorra.

Los habitantes de Nínive tenían la ley de la conciencia y seguro que como nación también tenían por escrito algún código moral que podían usar como ley, ya que muchas naciones (repito) toman la ley de la conciencia y la ponen por escrito para así regir y organizar las naciones, y esa ciudad de Nínive era muy grande y avanzada de forma cultural. Es así como los habitantes de Nínive se arrepintieron de sus maldades y Dios (que es justo) no los destruyó.

Ahora veamos, usando las escrituras, la forma en que Dios va a juzgar en el juicio final a aquellos que no conocieron la ley de moisés y tampoco conocieron el evangelio del señor Jesucristo, pero que tenían la ley de la conciencia funcionando de forma interna:

Romanos 2: 12-16: “Porque todos los que sin ley pecaron, sin ley también perecerán, y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados. Porque no son los oidores de la ley los justos para con Dios, sinó los hacedores de la ley serán justificados. Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, no teniendo ley, son ley a sí mismos, mostrando ellos, la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y sus pensamientos, acusándose o aun defendiéndolo sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo, los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Con esto conocemos que ninguna nación o persona en particular podrá justificarse delante de Dios el día del juicio final, ya que todos tienen que dar cuenta por sus acciones, sea comparándolas con la ley entregada a moisés, o sea comparándola con la ley de la conciencia: solamente la iglesia no pasará por ese proceso, ya que a la iglesia la justifica Jesucristo en persona: todo esto demuestra que Dios es justo.

Ese pasaje de romanos deja muy claro que todos aquellos que jamás conocieron la ley de Dios y no conocieron el evangelio del señor Jesucristo, serán juzgados de acuerdo a las obras de sus propias conciencias, es decir: el bien o mal que hicieron en sus vidas, ya que la conciencia es un mecanismo de cordura que Dios ha colocado en medio del área del pensamiento. Toda persona dará cuenta por sus acciones, ya que la misma conciencia los ha de defender si hicieron lo bueno, y esa misma conciencia los ha de acusar si hicieron lo malo, ya que nada queda oculto ante Dios, El parámetro en el juicio final es la ley de moisés, y también la ley de la conciencia, donde las obras de cada quien serán juzgadas.

En cambio, la iglesia del señor Jesucristo no ha de pasar por ese juicio final, ya que la iglesia del señor Jesucristo, previamente, mil años antes del juicio final, ya había resucitado, en la primera resurrección, en la cual también resucitan los patriarcas y profetas del antiguo testamento. Vamos a leerlo:

Apocalipsis 20: 4-6: “Vi tronos, y en ellos estaban sentados los que habían recibido autoridad para juzgar. Vi también las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por haber sido fieles al testimonio de Jesús y al mensaje de Dios. Ellos no habían adorado a la bestia ni a su imagen, ni se habían dejado poner su marca en la frente o en la mano. Y vi que volvieron a vivir y que reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta después de los mil años. Ésta es la primera resurrección. ¡Dichosos los que tienen parte en la primera resurrección, pues pertenecen al pueblo santo! La segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sinó que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él los mil años.”

La iglesia resucita en la primera resurrección, no para ser juzgada de acuerdo a la ley, sinó para recibir al señor Jesucristo en el aire en su segunda venida, y para recibir galardones de acuerdo a su previa dedicación en la predicación del evangelio, y reinar con cristo mil años sobre la tierra;  en cambio los que resucitan en la segunda resurrección (los justos y los injustos), después del milenio, serán juzgados midiendo sus obras en comparación con la ley de Moisés y por la ley de la conciencia, y los que no se hallaron en el libro de la vida serán destruidos en un lago de fuego.

Es entonces, luego de ese juicio final, que Dios crea “nuevos cielos y tierra nueva” (apocalipsis 21), y la ley ya por fin deja de funcionar, ya que desde allí en adelante todos los seres redimidos serán totalmente perfectos y espirituales, y además porque el mismo señor Jesucristo profetizó que la ley solo perduraría hasta que haya cielo nuevo y tierra nueva, lo pueden leer en Mateo 5: 17-19.

 

 

 

3): MUERTOS PARA LA LEY.

Ya entendemos que la ley continuará vigente hasta el día del juicio final, pero debemos preguntarnos ¿Por qué la ley NO TIENE PODER sobre aquellos que ponen su fe en el señor Jesucristo?, la respuesta es bien sencilla: porque a través del sacrificio del señor Jesucristo los creyentes “HAN MUERTO PARA LA LEY”, vamos a leerlo:

Romanos 7: 4-6: “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.”

Ahí lo tienen bien claro; ahora la ley no puede acusar a los verdaderos cristianos ya que los creyentes “ESTÁN MUERTOS PARA LA LEY”; a través del cuerpo de cristo, el cual fue clavado en un madero de tormento. Los creyentes reciben ese sacrificio como si el mismo creyente también hubiera sido clavado en ese madero y también hubiera muerto, ya que los méritos del señor Jesucristo pertenecen a los que creen en él. Evidentemente la ley no puede acusar a alguien que está muerto, ya que los muertos no tienen vida para cometer pecado, fíjense en el siguiente pasaje:

Romanos 6: 6-8: “sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado con cristo, para que nuestro cuerpo de pecado fuera destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto, ha sido libertado del pecado. Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con El.”

Ciertamente se refiere a una muerte simbólica, ya que ahora mismo nosotros los cristianos estamos vivos, pero nuestra vida ahora tiene dueño, y ese dueño es Jesucristo, aquel que murió y resucitó por nosotros. Al venir a cristo, los verdaderos creyentes se arrepienten de sus pecados y se apartan del mal, eso es morir al pecado; la vida antigua, con todos sus males y pecados, queda sepultada. Entonces se inicia una vida nueva, la vida en el espíritu: una vida dedicada a cristo. Esto se resume en el ritual del bautismo, vamos a leerlo:

Romanos 6: 3-5: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si hemos sido unidos a Él en la semejanza de su muerte, ciertamente lo seremos también en la semejanza de su resurrección.” (El bautismo se conoce como el nuevo método de circuncisión, es la circuncisión en el espíritu: también se conoce como la circuncisión del corazón: Romanos 2:29).

Al aceptar a cristo y creer en él, ahora participamos en una vida nueva, haciendo morir todo aquello que en el pasado nos hacía pecar: eso se conoce como “morir al pecado”, vamos a leerlo:

Romanos 6: 11: “Así también vosotros, consideraos muertos para el pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.”

Quien muere al pecado, automáticamente también muere para la ley, vamos a leerlo:

Romanos 6:14: “Porque el pecado no tendrá dominio sobre vosotros, pues no estáis bajo la ley sino bajo la gracia.”

La ley tiene un único fin: señalar lo que es pecado y condenar, pero si una persona está muerta para el pecado, la ley no puede condenar esa persona, porque la vida de esa persona ahora se encuentra “ESCONDIDA EN CRISTO”, es decir: “ESTA EN LA PROTECCIÓN DE CRISTO”, vamos a leerlo:

Colosenses 3: 2-3: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”

En esa vida nueva el creyente comienza a desarrollar la vida espiritual, es decir: el carácter del señor Jesucristo se va desarrollando en la vida de ese creyente, vamos a leerlo:

Efesios 6: 16-17: “que os conceda, conforme a las riquezas de su gloria, ser fortalecidos con poder por su Espíritu en el hombre interior; de manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor…”

Cristo jamás cometió pecado, de ese modo esa vida espiritual llega al creyente, el cual se aparta del pecado y vive la vida para Dios, ya que el carácter del señor Jesucristo se infunde en el creyente a través del espíritu santo, de ese modo el creyente ya no vive practicando el pecado. Vamos a leerlo:

1 Juan 3: 9: “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”

1 Juan 3:6 “Todo el que permanece en El, no peca; todo el que peca, ni le ha visto ni le ha conocido.”

Según la biblia la muerte obtiene su poder de destruir es por el pecado; a su vez el pecado obtiene su poder de la ley, vamos a leerlo:

1 corintios 15:56: “El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley.”

Los creyentes en cristo han muerto al pecado, sepultando todo el mal hecho en su vida pasada, y ahora ha entrado a vivir una vida nueva en cristo. Al morir al pecado, automáticamente también se muere a la ley, es decir: ya la ley no puede condenar a ese creyente que ha sido perdonado de sus pecados por los méritos del señor Jesucristo. Ahora la vida de ese creyente literalmente pertenece al señor Jesucristo, ya que el señor Jesucristo pagó con su propia sangre por la vida de ese creyente, de este modo el carácter y los méritos del señor Jesucristo pasan a ser parte de ese creyente. Allí en el madero de tormento, usando su propio cuerpo, Jesús clavó aquel documento de leyes que nos acusaba, dándonos ahora la libertad de tener una nueva vida en el espíritu, vamos a leerlo:

Colosenses 2: 13-14: “Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado todos los pecados, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en el madero.”

 

4): ¿ACASO LOS CREYENTES EN JESUCRISTO JAMÁS COMETEN PECADO?

Aquellos que “están en cristo” no viven “practicando el pecado”, es decir: no tienen el pecado como un estilo de viva, sinó que se apartan del pecado para vivir una vida en pureza y santidad, vamos a leerlo:

1 Juan 3: 9: “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”

1 Juan 3: 3: “Y todo aquel que tiene esta esperanza en Cristo, se purifica a sí mismo, así como Cristo es puro.”

Estos dos pasajes dicen bien claro que el verdadero cristiano no vive “practicando el pecado”, y no puede pecar porque la simiente de Dios está en ese creyente, es por eso que el verdadero creyente vive buscando la purificación. Cuando dice que no “practicamos” el pecado se refiere a que los verdaderos cristianos no tienen una mentalidad fija en hacer el mal, en repetir una y otra vez los mismos pecados, cometer los mismos errores de forma premeditada, buscando deleite en lo que está mal. Todo lo contrario, el verdadero creyente batalla en contra de su propia carne, no dejándose dominar por las tendencias pecaminosas, vamos a leerlo:

Romanos 13:14: “antes bien, vestíos del Señor Jesucristo, y no penséis en proveer para las lujurias de la carne.”

Gálatas 5:24: “Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.”

Esa “simiente de Dios” mencionado en ese pasaje de1Juan 3: 9 es literalmente el espíritu santo, el poder que nos ayuda a vencer toda inclinación pecaminosa de nuestra carne, vamos a leerlo:

Gálatas 5:16: “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.”

Ese poder Dios el padre se lo ha dado al señor Jesucristo, y el señor Jesucristo nos lo da a nosotros, los verdaderos creyentes, de ese modo el espíritu santo viene con un código encriptado, y se le llama “EL ESPÍRITU DEL HIJO”, vamos a leerlo:

Gálatas 4: 6-7: “Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! Por tanto, ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios.”

Como el señor Jesucristo nos ha comprado con su sangre, y somos literalmente de su propiedad, viene a nosotros ese espíritu de cristo, de ese modo a través de ese espíritu Jesucristo mismo habita en los creyentes, es por esto que Dios nos ha adoptado como a hijos, porque Dios el padre ve a su hijo Jesucristo en cada uno de los creyentes, vamos a leerlo:

Gálatas 2:20: “Con Cristo he sido clavado en un madero, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Efesios 3: 17: “de manera que Cristo more por la fe en vuestros corazones; y que arraigados y cimentados en amor…”

Es por estas razones que todo el nuevo testamento ve a los creyentes como a “SANTOS”, jamás nos ve como a “pecadores”. No existe ni un solo pasaje del nuevo testamento donde a los verdaderos creyentes se les señale como a “pecadores”. Somos “SANTOS” porque cristo nos ha apartado para que sirvamos a Dios, y nos alejemos de la corrupción del mundo, y nos ha dado de su espíritu para que podamos derrotar las tentaciones. Vamos a leer como el nuevo testamento nos llama “SANTOS”:

Efesios 1: 1-2: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios: A los santos que están en Éfeso y que son fieles en Cristo Jesús: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.”

Colosenses 1:1-2: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre.”

Filipenses 1:1: “Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús: A todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, incluyendo a los obispos y diáconos”

Como podemos ver, siempre los apóstoles envían saludos a “LOS SANTOS DE LA IGLESIA”, lo que nunca vamos a encontrar en la biblia es que los apóstoles envíen saludos a “LOS PECADORES DE LA IGLESIA”. Por lo cual Dios el padre ve a los cristianos como a “SANTOS”, nunca los ve como a “PECADORES”.

Debemos de estar claros lo que enseña las escrituras, ya que dice que TODOS LOS QUE PRACTICAN EL PECADO PERTENECEN AL DIABLO, vamos a leerlo:

1 Juan 3: 8: “El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.”

Literalmente los que practican el pecado son hijos del diablo, pero no solo eso, sino que los pecadores son esclavos, vamos a leerlo:

Romanos 6:16: “¿No sabéis que cuando os presentáis a alguno como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia?”

Juan 8: 34: “Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado.”

Cuando algún cristiano ignorante exclama: “soy pecador”, literalmente está aceptando dos cosas: que es esclavo del pecado y que es un hijo del diablo; además de que no ha conocido jamás a Jesucristo, ya que Jesucristo vino a deshacer las obras del diablo y a libertar de la esclavitud del pecado a todos aquellos que ejercen fe en él, vamos a leerlo:

Juan 8: 34- 36 “Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.”

Romanos 8:2: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.”

Por lo tanto, todo supuesto “cristiano” que se llame a sí mismo “pecador” es simplemente porque nunca ha tenido un encuentro con Jesucristo: NUNCA HA CONOCIDO AL SEÑOR, ya que cuando conozca al señor, EL MISMO SEÑOR LE HARÁ TOTALMENTE LIBRE DE TODO PECADO, vamos a leerlo:

1 Juan 3: 6: “Todo aquel que permanece en cristo, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”

Antes de que el verdadero creyente aceptara la fe en Jesucristo, también era un perdido igual que todos los demás condenados pecadores del mundo, pero Dios, que es rico en misericordia, ha dado gratuitamente la salvación a través del señor Jesucristo, y de este modo, al aceptar la fe en Jesucristo, el creyente queda libre de todo pecado, la ley ya no puede condenarlo, e inicia el camino de santificación, vamos a leerlo:

Efesios 2: 2-5: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia habéis sido salvados),

El sacrificio del señor Jesucristo es muy diferente a esos antiguos sacrificios de animales impuesto en la ley de moisés, ya que el sacrificio de esos animalitos no quita el pecado, ni a nadie hace perfecto, sinó simplemente “cubría” los pecados de forma provisoria, por lo cual tenían que continuar sacrificando animales cada vez que pecaban, vamos a leerlo:

Hebreos 10: 3-4: “Pero en esos sacrificios hay un recordatorio de pecados año tras año. Porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos quite los pecados.”

Hebreos 7:19: “(pues la ley nada hizo perfecto), y se introduce una mejor esperanza, mediante la cual nos acercamos a Dios.”

En cambio, el señor Jesucristo con su único sacrificio QUITA EL PECADO, LOS BORRA TOTALMENTE, Y EL CREYENTE QUEDA VERDADERAMENTE LIBRE, vamos a leerlo:

Hechos 3:19: “Por tanto, arrepentíos y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor.”

Es por esta razón que Dios ha establecido un nuevo pacto en la sangre del señor Jesucristo (Mateo 26:28), ya que el antiguo pacto en la ley no hiso perfecto a nadie, pero este nuevo pacto en Jesucristo es perfecto y perdura para siempre, mientras que el antiguo pacto (con todos sus rituales y normas) ya es innecesario para aquellos que aceptan el nuevo pacto en la sangre de Jesucristo, es por eso que ahora Dios el padre dice lo siguiente:

Hebreos 8: 12-13: “PUES TENDRÉ MISERICORDIA DE SUS INIQUIDADES, Y NUNCA MAS ME ACORDARE DE SUS PECADOS. Cuando Él dijo: Un nuevo pacto, hizo anticuado al primero; y lo que se hace anticuado y envejece, está próximo a desaparecer.”

Los antiguos sacerdotes levitas y descendientes de Aaron continuamente, años tras años, hacían esos sacrificios y rituales de la ley que nunca logró hacer perfectos a nadie, pero que sirvió como guía hasta que llegara el señor Jesucristo, el cual hiso UN SOLO SACRIFICIO, tan completo, QUE PARA SIEMPRE HACE PERFECTOS Y LIBRES DE PECADOS A TODOS AQUELLOS QUE CREEN EN ÉL, vamos a leerlo:

Hebreos 10: 10-14: “Por esta voluntad hemos sido santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo ofrecida de una vez para siempre. Todo sacerdote oficia cada día y sigue ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, aunque éstos nunca pueden quitar los pecados. Pero Jesucristo ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre, y luego se sentó a la derecha de Dios. Allí está esperando hasta que Dios haga de sus enemigos el estrado de sus pies, porque por medio de una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que han sido consagrados a Dios.

Dice el pasaje que todos aquellos que creen y ejercen fe en ese sacrificio del señor Jesucristo, para siempre quedan perfectamente santificados, es decir: el pecado y la ley no pueden asediar a un creyente que ahora pertenece para siempre a cristo, ya que esa vida ha sido comprada a precio de sangre, y eternamente esa persona es propiedad de Jesús, nada ni nadie le hará perder una salvación tan grande, ya que Jesús, como sumo sacerdote, vive ahora para siempre para interceder por ese creyente, vamos a leerlo:

Hebreos 7:25: “Por lo cual Cristo también es poderoso para salvar para siempre a los que por medio de Él se acercan a Dios, puesto que vive perpetuamente para interceder por ellos.

Ahora respondamos la siguiente pregunta:

¿LOS CREYENTES EN JESUCRISTO JAMÁS COMETEN PECADO?

Veamos la respuesta del apóstol Juan:

1 Juan 2: 1-2: “Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. El mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.”

Fíjense bien que en 1 Juan 3: 9 leímos que “Ninguno que es nacido de Dios practica el pecado”, esto quiere decir que el verdadero creyente no vive una vida de practica de pecado, es decir: repitiendo los mismos males y errores, sino que el verdadero cristiano busca la santificación, ya que está llamado a ser santo, vamos a leerlo:

1 Pedro 1: 14-17: “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais en vuestra ignorancia, sino que, así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO. Y si invocáis como Padre a aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor durante el tiempo de vuestra peregrinación”.

1 tesalonicenses 4:7: “Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sinó a santificación.”

En este proceso de santificación va a ver momentos de caídas, es decir: debilidad, y el creyente podría cometer algún error o pecado, es por eso que Jesús bajó del cielo y se hiso un ser humano de sangre y carne, y fue tentado en todo, pero sin pecado, de este modo el señor Jesucristo conoce nuestras debilidades y nos socorre, intercediendo por nosotros ante Dios, vamos a leerlo:

Hebreos 4:15 “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.

Si cometemos algún pecado, lo que tenemos que hacer no es engañarnos a nosotros mismos, sinó que debemos ir a Dios por medio de Jesucristo y pedir perdón de todo corazón y apartarnos de ese mal, de este modo Dios perdona nuestros pecados y nos limpia de forma totalmente completa, vamos a leerlo:

1 Juan 1: 8-9: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Fíjense que en 1 Juan 2: 2 dice que Jesucristo es nuestro abogado, esto quiere decir que Jesús nos defiende e intercede por nosotros ante el padre. Ciertamente Jesús nunca ha de perder un caso ante el juez justo, ya que Jesús muestra su propia vida santa, la cual fue el pago dado para librar a aquellos que ahora ejercen fe en él. En este caso, cuando un verdadero cristiano peca, Dios no lo condena ¿Por qué razón? Porque ese verdadero cristiano ahora es un “hijo de Dios”, y Dios jamás va a condenar a sus propios hijos, sinó que los disciplina, así como un padre disciplina al hijo que ama, vamos a leerlo:

Hebreos 12: 5-7: “además, habéis olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige: HIJO MIO, NO TENGAS EN POCO LA DISCIPLINA DEL SEÑOR, NI TE DESANIMES AL SER REPRENDIDO POR EL; PORQUE EL SEÑOR AL QUE AMA, DISCIPLINA, Y AZOTA A TODO EL QUE RECIBE POR HIJO. Es para vuestra corrección que sufrís; Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo hay a quien su padre no discipline?

Si la tendencia carnal de ese cristiano es bien fuerte, la disciplina también será fuerte, y puede llegar a causar enfermedad, y en caso extremo hasta la muerte, pero aunque haya alguna disciplina que incluya la muerte, NO POR ESO ESE VERDADERO CRISTIANO SERA CONDENADO, simplemente Dios (que conoce el futuro) ve que ese pecado continuara haciendo que ese hijo de Dios continúe cayendo en el mismo error, y para evitar que ese cristiano de malos ejemplo, Dios le da la dura disciplina de purificarlo por medio de alguna enfermedad mortal, y en medio de esa enfermedad ese cristiano se arrepiente y luego Dios lo pone a descansar en la muerte: PERO JAMÁS ESE HIJO DE DIOS SERA CONDENADO CON EL MUNDO. Por ejemplo: en la iglesia de corintios estaban cometiendo acciones incorrectas, sobre todo en la santa cena. Había allí cristiano pecando de gula, pecando de borracheras, y hasta pecando de soberbia, es por eso que el apóstol Pablo los corrige, ya que Pablo sabía que Dios juzgaría esas malas acciones y enviaría la dura disciplina para que esos cristianos se arrepientan, por lo cual muchos de esos cristianos fueron castigados con enfermedades y algunos hasta murieron; PERO NINGUNO DE ELLOS FUERON CONDENADOS CON EL MUNDO, vamos a leerlo:

1 corintios 11: 20-34: “Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo. De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. POR LO CUAL HAY MUCHOS ENFERMOS Y DEBILITADOS ENTRE VOSOTROS, Y MUCHOS HAN MUERTO. Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; MÁS SIENDO JUZGADOS, SOMOS CASTIGADOS POR EL SEÑOR, PARA QUE NO SEAMOS CONDENADOS CON EL MUNDO. Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros. Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.

Como podemos ver nuestra salvación eternamente está asegurada por cristo; Dios jamás va a condenar a los que creen en su hijo Jesús. Ahora, ciertamente nosotros debemos de hacer el esfuerzo en buscar la santificación, disponernos a no andar siempre cometiendo los mismos pecados, ya que nosotros (los verdaderos cristianos e hijos de Dios), tenemos una ventaja que el resto no tiene: JESUCRISTO COMPARTE DE SU ESPÍRITU CON NOSOTROS, y ese poder (espíritu santo) nos capacita para que podamos resistir las tentaciones, desarrollando en nosotros lo que se conoce como “LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU” (gálatas 5: 22-23), y entre esos frutos del espíritu hay un fruto llamado “DOMINIO PROPIO”, que nos ayuda a ir adquiriendo control sobre los miembros de nuestro cuerpo.

Ciertamente vivimos en un mundo de pruebas y tentaciones, pero debemos tener presente la siguiente promesa bíblica:

1 corintios 10:13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistir.”

Cuando un verdadero creyente está batallando en contra de algún mal hábito carnal, Dios provee una vía de escape, y aunque ese cristiano cayere en alguna tentación, Dios nuevamente lo ha de levantar, ya que Dios es justo, y Él ve que ese hijo suyo está perseverando en buscar la santidad y la justicia, vamos a leerlo:

Salmos 37:23-24: “Por Yahveh son ordenados los pasos del hombre, y el SEÑOR se deleita en su camino. Cuando caiga, no quedará derribado, porque Yahveh sostiene su mano”.

Proverbios 24:16: “porque el justo cae siete veces; y vuelve a levantarse, pero los impíos caerán en la desgracia.”

Por lo tanto, y para concluir esta parte, como verdaderos creyentes e hijos de Dios debemos de hacer todo el esfuerzo en buscar la santificación, ya que Dios nos ha provisto de todos los mecanismo de su gracia para que podamos alcanzar esa madurez espiritual que a Dios le agrada, sobre todo nos ha dado de su poder (espíritu santo) para que nuestras mentes estén fijas en lo que Dios quiere, y de ese modo apartarnos de nuestra antigua manera de vivir, y de este modo vivamos la vida nueva, la vida en cristo, vamos a leerlo:

Colosenses 1: 21-22: “Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras, sin embargo, ahora cristo os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él”

CONTINUARÁ…

 

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