lunes, 14 de febrero de 2022

PARTE 21. CAPITULO 17. TEMA 1. EL EVANGELIO DE JESUCRISTO VERSUS LA LEY DE MOISÉS.

 

JESUCRISTO: EL HIJO UNIGÉNITO Y PRIMOGÉNITO DEL PADRE: LA DOCTRINA DE “EL PADRE Y EL HIJO”.

21.

Por Alexander Gell: estudiante de la biblia 2021-2022.



(Para escuchar o descargar todos los capítulos en formato de audio mp3, pinchar en el siguiente enlace: https://manualbiblicodoctrinaldealexandergell.blogspot.com/2021/08/estudio-en-audio-sobre-la-persona-del.html)


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CAPITULO 17: EL EVANGELIO DE JESUCRISTO VERSUS LA LEY DE MOISÉS.


(para complementar el presente estudio, aquí les dejo un enlace que los llevará a un estudio que lleva el siguiente título: “COMO DIOS USA LA LEY EN EL ANTIGUO TESTAMENTO Y COMO USA LA LEY EN EL NUEVO TESTAMENTO”:

https://manualbiblicodoctrinaldealexandergell.blogspot.com/2021/04/capitulo-13-como-dios-usa-la-ley-en-el.html).

 

Encontramos en la historia del cristianismo antiguo los datos que demuestran las duras confrontaciones que sostuvieron los apóstoles junto a los primeros cristianos en contra de un movimiento de infiltración conocido como: LOS JUDAIZANTES.

La postura judaizante se puede resumir de la siguiente manera:

“JUDAIZANTE: dícese de judío o israelita religioso converso al cristianismo que, en el siglo I de la Iglesia, sostenía que para salvarse no bastaba solamente practicar la doctrina o el evangelio de Jesús, sino que, además, se debía mantener la observación de la ley de Moisés; incluso los paganos convertidos al cristianismo debían, supuestamente, guardar las ordenanzas de la ley.”

Veamos un pasaje bíblico en el cual encontramos hablando precisamente a los judaizantes, y la forma en que ellos querían imponer la ley de moisés sobre los cristianos, sobre todo los cristianos gentiles, es decir: creyentes que no eran de nacionalidad israelita:

“Y algunos descendieron de Judea y enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”. Hechos 15:1.

Fíjense en ese pasaje que acabamos de leer como esos judaizantes enseñan literalmente que la salvación depende, no del sacrificio de Jesús en el madero de tormento, sinó de cumplir con ciertos ritos de la ley, en este caso la circuncisión; en pocas palabras: el sacrificio de Jesús viene a ser algo secundario, no indispensable para la salvación, ya que la salvación (según el razonamiento judaizante) se obtiene por obedecer o guardar los preceptos y ritos de la ley de moisés.

Mayormente los que predicaban esta postura judaizante eran religiosos fariseos de dudosa conversión al cristianismo, vamos a leerlo:

“Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés.” Hechos 15: 5.

En este pasaje vemos que esos Fariseos supuestamente “convertidos en cristianos”, no sólo querían imponer la circuncisión, sinó también toda la ley de moisés; estamos hablando de 630 leyes o preceptos que incluían también los ritos, sacrificios, fiestas, etc: todo en un solo paquete, ya que la ley no se puede fraccionar.

Aquellos judaizantes que pretendían imponer sobre los cristianos la ley mosaica usaban estrategias de infiltración, para colarse entre los cristianos y de este modo tratar de pervertir el evangelio, ligando la gracia en Jesucristo con las obras de la ley, vamos a leerlo:

Gálatas 2:4: “Y esto fue por causa de los falsos hermanos introducidos secretamente, que se habían infiltrado para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, a fin de someternos a esclavitud.”

Fíjense que este pasaje que acabamos de leer asegura que aquellos judaizantes que se infiltraban entre los cristianos procuraban “SOMETER A ESCLAVITUD” a aquellos que habían encontrado la libertad en la persona del señor Jesucristo; ¿Cuál era esa esclavitud?: ser atados nuevamente a los preceptos de la ley, vamos a leerlo:

Gálatas 5: 1-4: “Ahora somos libres porque Cristo nos liberó. Manténganse firmes en la libertad y no vuelvan a la esclavitud. Yo mismo, Pablo, les pido que escuchen lo que les digo. Si se someten a la ley de la circuncisión, entonces Cristo no podrá ayudarlos. Una vez más les testifico a todos: los que se circuncidan están obligados a cumplir todo lo que dice la ley. Si ustedes quieren estar justificados con Dios por la ley, entonces se habrán apartado de Cristo, se habrán alejado del generoso amor de Dios.

Fíjense bien en este pasaje que acabamos de leer: asegura que todas las personas que pretendían guardar una “parte de la ley” (la circuncisión en este caso) estaban obligados a guardar TODA LA LEY, y eso producía esclavitud. Evidentemente “LA LEY” es un todo completo, es decir: no se puede “seleccionar” guardar solo una parte de la ley y rechazar el resto, sinó que quien pretendiera guardar “una parte de la ley” luego esa misma ley lo obligaba a GUARDAR TODOS LOS PRECEPTOS DE LA LEY. Además de esto el apóstol Pablo asegura en ese pasaje que aquellos que pretendían justificarse ante Dios por medio de la ley se estaban desligando del señor Jesucristo, es decir: estaban despreciando la generosidad amorosa de Dios a través del señor Jesucristo. De este modo el perdón de pecados y la gracia de una salvación gratuita a través del sacrificio del señor quedaba anulado para los judaizantes. Y eso es lo que querían imponer los judaizantes sobre los cristianos: someterlos a todos los preceptos de la ley, no solo la ley del decálogo, sino a los 630 preceptos de toda la ley, y es a eso que el apóstol Pablo llama “VOLVER A LA ESCLAVITUD”, ya que (repito) la ley es un todo completo, quien quisiera tomar y guardar solo una parte de la ley, luego tendría que guardarla totalmente completa.

Precisamente el apóstol Pablo y Bernabé sostuvo varias fuertes discusiones en contra de sus adversarios judaizantes, como leemos en el siguiente pasaje:

Hechos 15: 2: “Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.”

Por causa de esas continuas contiendas se realizó el primer concilio apostólico, donde los apóstoles, los principales discípulos cristianos, y una comitiva de “cristianos judaizantes” se reunieron en Jerusalén para aclarar el asunto. El tema principal era si estaba correcto someter a los cristianos, sobre todo gentiles, a los preceptos de la ley. Vamos a leerlo:

Hechos 15: 6: “Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto.”

El debate sostenido en todo el relato registrado en hechos capítulo 15 es de vital importancia, y lo analizaremos totalmente completo más adelante, ya que ahora vamos a ir estudiando varios puntos muy importantes con los cuales vamos a ir demostrando que es imposible ligar el evangelio del señor Jesucristo con los preceptos de la ley de moisés. Luego que hagamos este análisis, entonces regresaremos a lo ocurrido en el concilio apostólico registrado en hechos capítulo 15.

Bien, ya hemos resumido en pocos párrafos lo que se conoce como “LOS JUDAIZANTES”: aquellos religiosos judáicos que se habían convertidos, supuestamente, en “cristianos”, para pretender ligar el evangelio de Jesucristo con las ordenanzas de la ley mosaica.

Ahora debemos responder las siguientes preguntas:

1: ¿se puede ligar el evangelio de la gracia en Jesucristo con la ley mosaica?

2: ¿Jesucristo ordenó a sus discípulos que debían “predicar” la ley o torah?

3: ¿está abolida toda la ley mosaica o continua vigente?

 

¿PARA QUÉ SIRVE LA LEY ENTREGADA A MOISÉS?

La ley fue instituida por Dios para ejercer un fin justo: SEÑALAR LO QUE ES PECADO Y CONDENAR A QUIENES COMETEN ESE PECADO QUE LA LEY ESTA SEÑALANDO, vamos a leerlo:

Romanos 7: 7: “¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia, si la ley no hubiera dicho: NO CODICIARAS.”

Ahí lo tienen bien claro: la ley ha sido diseñada con el propósito de señalar lo que es pecado, y debemos de entender que aquello que se conoce como “pecado” es precisamente desobedecer la ley, vamos a leerlo:

1 Juan 3: 4: “Todo el que practica el pecado, practica también la infracción de la ley, pues el pecado es infracción de la ley.”

Fíjense bien que este pasaje se refiere a personas que “PRACTICAN EL PECADO”, es decir: TIENEN UN ESTILO DE VIDA INCLINADOS A COMETER UNA Y OTRA VEZ CIERTOS PECADOS PREMEDITADOS: ES UNA PRACTICA CONTINUA, UNA ESPECIE DE ESCLAVITUD REPETITIVA”: estos serían PECADOS GRAVES O DE MUERTE. Esto es muy diferente a personas que, siendo justas en cierto sentido (por causa de la conciencia), cometen algún error o pecado por accidente o por ignorancia: ESTO SERIAN PECADOS LEVES. Ciertamente existen personas que les gusta hacer lo bueno, que dan oído a la voz de su conciencia, y hasta aman la ley de Dios (lo pueden leer en Salmos 40:8, Salmos 1:2), pero en algún momento en el trayecto de sus vidas pueden cometer uno que otro pecado, sea por ignorancia o por presión del momento, ya que ciertamente mientras vivamos en esta carne mortal y corruptible todo el género humano está en cierto grado inclinados al pecado.

La ley simplemente es la expresión en ordenanzas de todo aquello que Dios desea que, de forma justa, el ser humano cumpla, por lo cual; quien viole esos parámetros u ordenanzas, está en contra de lo que Dios considera justo, y eso se convierte en pecado; por ejemplo la ley dice que no robes, no mientas, no practiques idolatría, respeta a los ancianos, comparte tus bienes con los huérfanos y viudas, etc: si alguien viola estas leyes y no las cumples, haciendo lo contrario a lo que dictan esas leyes, el tal se convierte en PECADOR, es decir: una persona que no respeta, o incluso aborrece, todo aquello que Dios considera justo y bueno. También puede darse el caso de personas que en realidad si desea cumplir con esas leyes justas, y hasta ama en verdad la ley (Salmos 119:97), pero su condición carnal o humana de vez en cuando lo puede hacer errar e incumplir algunos de esos mandamientos, ya que (como iremos demostrando) es imposible para el ser humano cumplir con absolutamente todos los requisitos justos de la ley sin fallar en algún mandato en el transcurso de la vida, ya que el mal está en nuestros mismos miembros, vamos a leerlo:

Romanos 7: 21-23: “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros.”

Tenemos entonces que para lo único que sirve la ley es para darnos a conocer lo que es pecado, es decir: todo aquello que Dios condena. Las personas comenten pecado precisamente cuando violan la ley, entonces esa ley condena a quienes la infringen, es por esta razón que absolutamente nadie puede justificarse ante Dios usando como medio la ley, ya que nadie puede cumplir cabalmente TODA LA LEY; por ejemplo: si una persona guarda la ley, y no roba, bien hace, pero si llega a mentir ya se hace culpable de TODA la ley, vamos a leer el ejemplo que nos da Santiago:

“Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un punto, se ha hecho culpable de todos. Pues el que dijo: NO COMETAS ADULTERIO, también dijo: NO MATES. Ahora bien, si tú no cometes adulterio, pero matas, te has convertido en transgresor de la ley.” Santiago 2: 10-11

Romanos 3:20: “porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Dios; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.”

Ciertamente si existiera alguna persona en la tierra que pueda “GUARDAR TODA LA LEY” sin fallar “NUNCA” en ningunos de los puntos de la ley, esa persona se salvaría justificándose por la ley ante Dios, y no necesitaría de ningún abogado ni de nadie que haga de intercesor; el problema es que ABSOLUTAMENTE NADIE JAMÁS HA PODIDO CUMPLIR TODA LA LEY SIN FALLAR EN ALGÚN PUNTO DE LA LEY, y cuando se falla en un solo punto de la ley, se hace culpable “DE TODA LA LEY”, ya que la ley no se puede fraccionar o subdividir; entonces la ley (la cual es buena, justa y santa, según Romanos 7:12) se le convierte en maldición, ya que la ley condena a muerte al que peca, es decir: al que transgrede la ley, vamos a leerlo:

Gálatas 3: 10-12: “Quienes ponen su confianza en la ley están bajo maldición, porque la Escritura dice: «Maldito sea el que no cumple fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley.» Por tanto, está claro que nadie es reconocido como justo en virtud de la ley; pues la Escritura dice: «El justo por la fe vivirá.» Pero la ley no se basa en la fe, sino que dice: «El que cumpla la ley, vivirá por ella.»

Dice la escritura “EL QUE CUMPLA LA LEY VIVIRÁ POR ELLA”, pero lamentablemente absolutamente nadie ha podido cumplir con toda la ley sin fallar nunca, ya que ciertamente todos los seres humanos han fallado en algún punto de la ley, y cuando se falla en algún punto de la ley automáticamente ya se ha fallado en todos los puntos de la ley, y es entonces cuando la ley condena y se convierte en maldición: todo esto quiere decir que absolutamente nadie jamás ha escapado de esa maldición, ya que todos los humanos de una forma u otra han pecado.

Esa tendencia a pecar proviene de la degeneración provocada por el primer hombre que cometió pecado, esto es Adán, de ahí en adelante todos los seres humanos nacen genéticamente corrompidos, unos en mayor grado y otros en menor grado: todos estamos, de una forma u otra, inclinados en algún momento a fallar o cometer pecado. Así mismo vino al mundo Jesucristo, quien obedeció al padre celestial hasta la muerte, modelando una vida santa, recta y buena, nunca cometió pecado, por eso los que se unen espiritualmente a cristo ejerciendo fe en él, pueden vivir una vida nueva, libre de pecado en el sentido de que ahora el carácter de cristo se desarrolla en esa persona, vamos a leerlo:

Romanos 5: 18-19: “Así pues, tal como por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres, así también por un acto de justicia resultó la justificación de vida para todos los hombres. Porque, así como por la desobediencia de un hombre (Adán) los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno (Jesucristo) los muchos serán constituidos justos.”

El problema es que antes del señor Jesucristo venir el mundo a entregar su vida justa en pago para remisión de pecados, la ley ya estaba establecida haciendo su justa función de señalar el pecado y condenar. Es por esta razón que, cuando Dios entregó la ley a Moisés, también le entregó una serie de rituales de sacrificios, para de este modo, todos aquellos que pecaran en contra de la ley pudiera ser “cubiertos sus pecados” usando la sangre de algún animal limpio (leer todo levítico 5). Dios sabía de antemano que, aunque la ley es justa, buena y santa, y aunque el pueblo quisiera obedecer, llegaría momentos en que las personas podían cometer uno que otro pecado, sea pecando deliberadamente o pecando por accidente (o pecando por ignorancia), entonces la ley haría su función de señalar el pecado y condenar; de este modo para las personas quedar libres de ese pecado y de esa condena, tenían que arrepentirse, apartarse de ese pecado y luego sacrificar un animal limpio cuya sangre servía de propiciación o pago por el pecado, ya que la ley no tiene la capacidad de perdonar los pecados para dar vida, sinó que se limita a señalar lo que es pecado y condenar a muerte. También Dios instituyó a un grupo de sacerdotes e intercesores, la tribu de Levi, que eran los encargados de hacer los sacrificios y ser mediadores entre Dios y el pueblo que pecaba, ya que la ley (por si sola) no puede “interceder” por nadie, ya que nadie la puede cumplir a cabalidad, de este modo ejerciendo ese oficio sacerdotal y esos rituales de sacrificios los pecados de las personas quedaban “CUBIERTOS”, y Dios extendía su misericordia. Ciertamente todos los mandamientos de la ley, tales como “honra a tu padre y madre”, “no cometerás adulterio”, etc, están totalmente ligados a los rituales de sacrificios de animales: todo es un solo conjunto, ya que, si alguien violaba alguna de esas leyes, la ley en si no podía librarle, sino que tenía que ir al sacerdote, el cual hacía de intercesor, y llevar un animal para sacrificarlo.

Literalmente la vida está en la sangre, dice la biblia, y esos animalitos limpios e inocentes era un intercambio, la vida de ellos en lugar de la vida del pecador que merecía morir, es decir: la vida del animal limpio e inocente era el pago para que la persona pecadora no recibiera la muerte que la ley demanda, vamos a leerlo:

Levítico 17: 11: “Porque todo ser vive por la sangre que está en él, y yo se la he dado a ustedes en el altar para que por medio de ella puedan ustedes pagar el rescate por su vida, pues es la sangre la que paga el rescate por la vida.”

En pasajes como hebreos 10: 8 y salmo 40: 6 se deja conocer que a Dios en realidad no le gustaba esos sacrificios de animales, pero era necesario realizar esos sacrificios, ya que la sangre de esos animales inocentes podía cubrir los pecados del pueblo, y por esta razón Dios toleraba esos rituales de sacrificio. En realidad, a Dios le agradaba más la obediencia que los sacrificios de animales, así lo da a conocer el profeta Samuel, vamos a leerlo:

1 Samuel 15:22: “Y Samuel dijo: ¿Se complace Yahveh tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz de Yahveh? He aquí, el obedecer es mejor que un sacrificio, y el prestar atención, que la grosura de los carneros.”

Pero, como dije anteriormente, Dios toleraba esos sacrificios de animales porque era necesario que la sangre inocente cubriera los pecados del pueblo, ya que Jesús todavía no había descendido del cielo a hacer el sacrificio. La persona que pecaba, la ley lo condenaba a muerte, entonces esa persona que pecaba era sustituida por la vida de un animal limpio cuya sangre cubría los pecados de esa persona. Además, también la ley ordenaba que cada año los sacerdotes trajeran un sacrificio especial, cuya sangre expiaba los pecados de los sacerdotes, como también los pecados del pueblo por todo un año, vamos a leerlo:

Hebreos 9: 7: “pero en el segundo, sólo entra el sumo sacerdote una vez al año, no sin llevar sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados del pueblo cometidos en ignorancia.” (todo el libro de Levítico describe todo lo relacionado a la ley y los sacrificios).

Fíjense que esos sacrificios servían para cubrir pecados leves y pecados cometidos por ignorancia en todo ese año, esto quiere decir que había pecados mortales por los cuales Dios no aceptaba ningún tipo de remisión, es decir; esos pecados mortales no tenían ningún tipo de perdón; no se podía redimir o rescatar con algún sacrificio, sinó que en ese caso se aplicada la ley justa de “ojo por ojo y diente por diente”, vamos a leerlo:

Números 35: 29-31: ``Si alguno mata a una persona, al asesino se le dará muerte ante la evidencia de testigos, pero a ninguna persona se le dará muerte por el testimonio de un solo testigo. ``Además, no tomaréis rescate por la vida de un asesino que es culpable de muerte, sino que de cierto se le dará muerte.”

Levítico 24:19-20: “Si un hombre hiere a su prójimo, según hizo, así se le hará. Fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente; según la lesión que haya hecho a otro, así se le hará”

Los pecados muy graves no se podían cubrir con la sangre de ningún sacrificio, por lo cual los asesinos, los secuestradores, los violadores sexuales, los que hacían sacrificios humanos a dioses falsos, la prostitución, la sodomía, el que blasfeme o maldiga a Dios y pecados mortales parecidos a los anteriores: esas personas que cometían ese tipo de pecados eran inmediatamente condenados a muerte y ejecutados, ya que en esos casos de pecados muy graves Dios había constituido en la ley la justa pena capital.

Todos esos rituales de la ley Dios los tolerabas porque aún no había llegado el tiempo en el cual el señor Jesucristo, el cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1: 29), descendiera del cielo para hacer de sí mismo un sacrificio perfecto que daría un pago eterno para el perdón de pecados para todos aquellos que ejercieran fe en él, es así como Dios establece su justicia y al mismo tiempo justifica a todos aquellos que ejercen fe en el sacrificio de Jesús, vamos a leerlo:

Romanos 3: 24-26: “pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su justicia. De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en Jesús.

Entonces respondamos resumidamente la pregunta: ¿para qué sirve la ley?: la ley sirve para señalar lo que es pecado y para condenar todo aquello que Dios aborrece. La ley por sí misma no puede salvar a nadie, ya que ninguna persona puede cumplir toda la ley sin fallar jamás; es por eso que Dios instituyó a un grupo de sacerdotes que eran intercesores, de este modo los pecados quedaban cubiertos cuando esos sacerdotes hacían sacrificios de animales limpios, es decir: la sangre o vida de un ser inocente era el pago para la remisión de esos pecados. Tanto los sumos sacerdotes como también el pueblo debían de purificarse, arrepentirse y sacrificar algún animal limpio para que sus pecados quedaran “CUBIERTOS”, es decir: la sangre de esos animales no quitaba los pecados, sinó que los cubría, en el sentido de taparlos de los ojos de Dios (Salmos 32:1 hebreos 10: 11). La ley funcionaba tanto para los nativos israelitas, como también para los extranjeros que se unían al pueblo de Israel, lo pueden leer en Números 15:16 y en Levítico 24:22.

Además de esto: el nuevo testamento enseña que la ley fue establecida para que haga el papel de  “VIGILANTE” o “GUARDIÁN”, es decir: todos los preceptos de la ley es una especia de vigilante que custodiaba a la humanidad para mostrar la necesidad de hacer lo que Dios ordena, ya que si no se hace lo que Dios ordena, entonces ese vigilante señalaba el mal y condenaba a muerte; ese vigilante debía estar activo hasta que llegara la fe en Jesucristo, y una vez llegada esa fe en Jesucristo, ya la ley no puede ejercer poder sobre esas personas que se amparan directamente en la gracia que Dios da a través de la persona de Jesucristo. La ley era como ese vigilante que estaba al cuidado de las personas hasta que llegara el jefe superior, pero una vez que llegó el jefe superior, ya las personas no necesitaban sujetarse a ese vigilante o guardián, sinó que ahora se sujetan al jefe superior, el cual es Jesucristo, de ese modo ya esas personas no dependen de las obras de la ley, sinó que son justificados ante Dios por los méritos del señor Jesucristo. Vamos a leerlo desde la versión bíblica “PALABRA DE DIOS PARA TODOS”:

Gálatas 3: 19-29: “Entonces, ¿para qué se hizo la ley? La ley fue dada después para mostrar las maldades que hace la gente contra la voluntad de Dios. La ley era válida hasta el momento en que llegara aquella descendencia que iba a recibir la promesa.  ¿Significa esto que la ley se opone a las promesas de Dios? ¡Claro que no! Dios nunca dio una ley que pudiera dar nueva vida al mundo. Si fuera así, podríamos estar aprobados por cumplir la ley. Pero la Escritura encierra a todo el mundo bajo el poder del pecado, para que los que creen puedan recibir por la fe en Jesucristo la nueva vida que Dios prometió. Antes de llegar esta fe, la ley nos custodiaba como a prisioneros. No tuvimos libertad sino hasta que la fe fue revelada. Por eso, la ley era nuestro guardián hasta que llegó Cristo. El resultado es que estamos aprobados a través de la fe. Ahora que ha llegado la fe, ya no necesitamos que la ley sea nuestro guardián. Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Jesucristo, porque ustedes fueron bautizados en Cristo y ahora están revestidos de él. Todos son uno en Jesucristo, no importa si son judíos o gentiles, esclavos o libres, hombres o mujeres. Entonces, si ustedes pertenecen a Cristo también son la descendencia de Abraham. Si son la descendencia de Abraham también son herederos de las promesas que Dios le hizo a él.

Lo que enseña la biblia en esos pasajes es simplemente que Dios le había hecho una promesa al patriarca Abrahán, que a través del linaje de Abrahán vendría el mesías, el salvador del mundo, y que todos los linajes de la tierra serian salvos por ejercer fe en él (Abrahán vivió 1850 años antes de Jesucristo). Mientras llegara el tiempo de que se cumpliese esa promesa, Dios instituyó LA LEY, ya que todo el mundo está en poder del pecado, para de este modo esa ley sea una especie de vigilante o guardián que enseñara a la humanidad todo lo que Dios ve como justo, y quien violara todo aquello que Dios considera justo, entonces ese vigilante o guardián (la ley) lo señalaba y lo condenaba a muerte. Todo el género humano tiende al pecado, aun queramos cumplir con la ley y nunca fallar; se llega siempre un momento en el cual se comete uno que otro pecado, eso es imposible de evitar, entonces Dios establece en la ley la muerte de algún ser inocente (como por ejemplo el cordero de la pascua) y esa sangre “CUBRÍA” los pecados. Todo esto tenía que suceder hasta que llegara el cumplimiento de la promesa que Dios hiso a Abrahán, y esa promesa se cumplió cuando Dios envió a su hijo Jesucristo al mundo; una vez llegada la fe en Jesucristo, ya ese vigilante (la ley) no puede señalar o condenar a esas personas que ejercen fe en cristo. La ley no podía justificar a nadie ante Dios, pero a través de la fe en el señor Jesucristo ahora los creyentes positivamente quedan justificados ante Dios, Vamos a leer como el apóstol Pablo resume todo esto en los siguientes pasajes:

Hechos 13:39: “y que de todas las cosas de que no pudisteis ser justificados por la ley de Moisés, por medio de Cristo, todo aquel que cree es justificado.”

Filipenses 3:9: “y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe.”

Romanos 7: 4-6: “Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios. Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte. Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra.”

Dios prometió a su amigo Abrahán que a través de su linaje vendría el salvador del mundo, el mesías, pero eso no sucedería inmediatamente, ya que Abrahán existió cerca de 1850 años antes de nacer Jesucristo en esta tierra, es por esto que 430 años después de la muerte de Abrahán Dios hiso “UN PACTO” con los descendientes de Abrahán, los israelitas, que consistía en que ellos obedecieran la ley que Dios entregó a Moisés, y ese pacto debía mantenerse hasta que se cumpliera la promesa hecha a Abrahán y el mesías apareciera en esta tierra. Ciertamente ese “pacto vasado en la ley” no podía invalidar la promesa que Dios le hiso a Abrahán, es decir: que la salvación del género humano vendría a través del mesías, vamos a leerlo:

Gálatas 3:15-18: “Hermanos, les voy a dar un ejemplo de la vida diaria: imagínense que alguien hace un pacto. Una vez que ese pacto es oficial, nadie puede agregarle ni cambiarle nada, ni mucho menos ignorarlo. Dios les hizo promesas a Abraham y a su «descendencia». No dice: «y a tus descendencias» refiriéndose a muchas, sino que dice: «y a tu descendencia», refiriéndose a una familia unida, la de Cristo. Lo que estoy diciendo es que el pacto que Dios hizo con Abraham fue oficial mucho antes de que llegara la ley. La ley llegó 430 años después. Por eso la ley no pudo anular el pacto ni cambiar las promesas de Dios. Las bendiciones que Dios nos prometió no las podemos recibir por obedecer la ley. Si fuera así, ya no sería una promesa de Dios, pero la verdad es que Dios entregó gratuitamente sus bendiciones a Abraham por medio de una promesa.

Este otro pasaje del apóstol Pablo lo deja aún más claro, vamos a leerlo:

Romanos 4: 13-14: “Porque la promesa a Abraham o a su descendencia de que él sería heredero del mundo, no fue hecha por medio de la ley, sino por medio de la justicia de la fe. Porque si los que son de la ley son herederos, vana resulta la fe y anulada la promesa.”

Esto quiere decir que, si la herencia de la vida eterna se obtuviera por la ley, entonces Jesús y los creyentes no serían los herederos del mundo, la promesa de Dios a Abrahán hubiera sido una mentira, y nuestra fe seria vana; todos estarían sujetos a la ley, y (como nadie la puede cumplir completamente) todos estaríamos bajo maldición y condenados, y la humanidad tendría que siglos tras siglos estar sacrificando animalitos para cubrir sus pecados. Pero, como bien hemos analizado, la promesa de Dios a Abrahán se cumplió en Jesucristo, él es el heredero de la salvación, y los que creen en él se salvan por fe en los méritos de Jesús, y no por las obras de la ley.

Además de todo esto debemos de entender que el advenimiento del señor Jesucristo a hacer un sacrificio eterno para remisión completa de todo pecado fue dispuesto por Dios el padre mismo, y es realmente a través de ese sacrificio como Dios expresa de forma completa su amor y generosidad al género humano caído, ya que ahora al llegar Jesucristo a escena, todos pueden acercarse a Dios y obtener la salvación gratuita con tan solo ejercer fe y obedecer al señor Jesucristo, vamos a leerlo:

1 Juan 4: 9: “En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él.”

1 Juan 4:10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.”

Bien, ya estamos claros de la razón por la cual Dios instituyó lo que se conoce como “la ley”: para que esa ley sea un vigilante que señala lo que es el pecado y condene a quienes hacen lo que no es justo. Esta ley hacia su función hasta que llegara la descendencia de Abrahán, es decir: Jesucristo. Una vez llegado Jesucristo ya esa ley no tiene poder para señalar o acusar a aquellos que ejercen fe en Jesucristo.

Ahora respondamos las siguientes dos preguntas:

 

¿LUEGO DEL SACRIFICIO DE CRISTO ESTÁ ABOLIDA LA LEY? ¿QUÉ SIGNIFICA ESTAR “MUERTO” PARA LA LEY”?

El señor Jesucristo asegura que la ley continuará vigente “HASTA QUE HAYA CIELOS NUEVO Y NUEVA TIERRA”, ya que Jesús no vino para quitar la ley, vamos a leerlo:

Mateo 5: 17-18: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.”

Bueno, si Jesús dice que la ley continuará vigente hasta que haya cielo nuevo y tierra nueva, ¿Por qué anteriormente leímos que la ley era un vigilante o guardián que solo ejercería poder hasta que llegara a la tierra la promesa que Dios le hiso a Abrahán, es decir: la llegada del mesías? La respuesta es bien sencilla: La ley continuará vigente, es cierto, PERO NO PARA AQUELLOS QUE AHORA EJERCEN FE Y SON JUSTIFICADOS POR LA PERSONA DE JESUCRISTO. Vamos a leerlo:

Romanos 8: 1-3: “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte. Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de condición humana, y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne.”

¿Qué quiere decir todo esto?; muy sencillo: la ley continuará vigente hasta el juicio final ante el gran trono blanco en el futuro, mientras tanto: los únicos que escapan al poder de la ley son únicamente los que ejercen fe en el mesías Jesucristo, ya que estos son justificados ante Dios exactamente por los mismos méritos del señor Jesucristo, el cual (después del sacrificio en el madero de tormento, donde dió su vida santa como pago por los pecados) ahora se ha convertido en un sacerdote eterno que intercede por los creyentes ante Dios.

Jesús cumplió por nosotros lo que Dios requería a través de la ley, viviendo una vida totalmente santa, pura y sin pecado; y esa vida pura fue la que Jesús ofreció como pago por todos los pecados de aquellos que ejercerían confianza y fe en la persona de cristo, ya que ningún ser humano en esta tierra, por más bueno y recto que pudiera ser, podía cumplir con todos los requisitos de la ley; Jesús si cumplió con todas las exigencias de la ley de Dios, y ahora que tenemos fe en cristo, esos méritos de Jesús nos justifican a nosotros, ya que Jesús es nuestro sacerdote y abogado antes Dios, y con su sacrificio ha proporcionado para los creyentes una salvación que es eterna, vamos a leerlo:

Hebreos 5: 9-10: “y habiendo sido hecho perfecto, vino a ser fuente de eterna salvación para todos los que le obedecen, siendo constituido por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.”

Es así que el señor Jesucristo abolió esa acta de ley que nos acusaba, de ese modo los israelitas y también los gentiles encuentran libertad en la persona del señor Jesucristo, vamos a leerlo:

Efesios 2:15: “aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz”.

Entonces tenemos que la ley continua vigente, haciendo su función de señalar lo que es pecado y condenar, pero en cristo por la fe los creyentes quedan absueltos y libres de la condenación de la ley.

Continuará…

 

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