lunes, 14 de febrero de 2022

PARTE 24. CAPITULO 17. TEMA 4. EL EVANGELIO DE JESUCRISTO VERSUS LA LEY DE MOISÉS.

 

JESUCRISTO: EL HIJO UNIGÉNITO Y PRIMOGÉNITO DEL PADRE: LA DOCTRINA DE “EL PADRE Y EL HIJO”.

24.

Por Alexander Gell: estudiante de la biblia 2021-2022.




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LA LEY DE MOISÉS VERSUS EL EVANGELIO DE JESUCRISTO: DEBATE EN EL PRIMER CONCILIO APOSTÓLICO.

 

El señor Jesucristo nunca ordenó a sus discípulos ir por todo el mundo predicando la ley o torah dada a Moisés; todo lo contrario, la orden del señor Jesucristo es de ir a todas las naciones predicando EL EVANGELIO DE LA GRACIA, vamos a leerlo:

Marcos 16: 15: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.”

¿en qué está basado el evangelio de Jesucristo? En primer lugar, veamos el significado literal de la palabra “EVANGELIO”: proviene del griego “evanghélion”, la misma está compuesta por 2 vocablos “ev” que significa “bien” y “angelos” que expresa “mensajero”, por lo tanto, significa “buena nueva o mensaje feliz”.

Como podemos ver el significado literal de la palabra “evangelio” no tiene absolutamente nada que ver con la ley de Moisés, sinó que se refiere a llevar una nueva y feliz noticia. Ahora respondamos la pregunta y veamos en que está basado esa nueva y feliz noticia: literalmente está basado en la muerte y resurrección del señor Jesucristo, en el arrepentimiento y el perdón de pecados por la fe en la persona de Jesús, vamos a leerlo:

Lucas 24: 44-48: “Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.

Analicemos estas palabras del señor Jesucristo: en primer lugar, su muerte y resurrección estaba profetizado en el antiguo testamento: en la ley de Moisés, los profetas y los salmos. Por ejemplo, los rituales de sacrificar animales para con esa sangre inocente cubrir los pecados del pueblo era una simple sombra o imagen de lo que Jesús iba a realizar con el sacrificio de su misma persona, dando su vida santa e inmaculada como pago por los pecados de aquellos que creerían en él, lo pueden leer en hebreos capítulo 10. También en los salmos se habla de la resurrección del señor Jesucristo, esto lo afirma el apóstol Pedro en Hechos 2: 23-36. También los profetas, como Isaías profetizaron sobre el advenimiento del mesías para entregar su vida en sacrificio, lo pueden leer en Isaías capítulo 53. Todas esas profecías de la ley, los salmos y los profetas fue lo que Jesús cumplió al pie de la letra. Luego el señor Jesucristo confirma que la base del evangelio (buenas noticias) es su muerte y resurrección; ese sacrificio que justifica al pecador arrepentido que ejerce fe en Jesús. Ese es el mensaje que debemos de predicar en todas las naciones: que en el nombre de Yahshua Dios provee el perdón de pecados a aquellos que aceptan a Jesús y se arrepienten. Por lo tanto, Jesús jamás ordenó a sus Discípulos ir por todas las naciones predicando la ley entregada a Moisés, o que predicaran la circuncisión del pene, o que predicaran que debían guardar el sábado o que se debía pagar diezmos; para nada: en realidad la base del evangelio es la muerte y resurrección del señor Jesucristo, arrepentirse y obtener el perdón de Dios en el nombre o sacrificio de Jesús.

Veamos ahora que los apóstoles obedecieron la orden de Jesús, y salieron por todos lados predicando exclusivamente ese evangelio o buena noticia de que Dios el padre había provisto el sacrificio perfecto a través de Jesucristo, de su muerte y resurrección, para extender la salvación para todos aquellos que se arrepienten y aceptan a Jesús, vamos a leerlo:

Hechos 2: 37-39: “Al oír esto, compungidos de corazón, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos? Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa es para vosotros y para vuestros hijos y para todos los que están lejos, para tantos como el Señor nuestro Dios llame.”

Hechos 5: 30-32: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros habíais matado colgándole en un madero. A éste Dios exaltó a su diestra como Príncipe y Salvador, para dar arrepentimiento a Israel, y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos de estas cosas; y también el Espíritu Santo, el cual Dios ha dado a los que le obedecen.”

También el apóstol Pablo entraba a las sinagogas judías, pero no para predicar la ley de Moisés o torah, sinó que entraba a esos lugares exclusivamente a predicar la buena noticia o evangelio de salvación a través de la persona del señor Jesucristo, vamos a leerlo:

Hechos 9: 20: “Y enseguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas, diciendo: Él es el Hijo de Dios.”

Hechos 17: 1-4: “Después de pasar por Anfípolis y Apolonia, llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga de los judíos. Y Pablo, según su costumbre, fue a ellos y por tres días de reposo discutió con ellos basándose en las Escrituras, explicando y presentando evidencia de que era necesario que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos, y diciendo: Este Jesús, a quien yo os anuncio, es el Cristo. Algunos de ellos creyeron, y se unieron a Pablo y a Silas, juntamente con una gran multitud de griegos temerosos de Dios y muchas de las mujeres principales.”

Y es que el apóstol Pablo había recibido el evangelio por revelación directa del señor Jesucristo, vamos a leerlo:

Gálatas 1: 11-13: “Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre. Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo. Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla.”

En su vida anterior al cristianismo Pablo había sido fariseo, un entregado devoto a la ley de Moisés, y perseguía a muerte a los cristianos, pero luego Pablo tuvo un encuentro con el señor Jesucristo en persona, y desde allí en adelante Pablo abandonó el ministerio de muerte y condenación (el antiguo pacto de la ley: 2 corintios 3: 5-17) y se convirtió en apóstol del nuevo pacto basado en la muerte y resurrección del señor Jesucristo; ese era el evangelio que Pablo predicaba tanto a Judíos como también a gentiles, vamos a leerlo:

1 corintios 11: 23-26: “Porque yo recibí del Señor lo mismo que os he enseñado: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo que es para vosotros; haced esto en memoria de mí. De la misma manera tomó también la copa después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto cuantas veces la bebáis en memoria de mí. Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que El venga…”

Tenemos entonces que los apóstoles fueron fieles a la orden del señor Jesús, y salieron por todas las naciones proclamando ese evangelio basado en la muerte y resurrección del señor Jesús, en el arrepentimiento y perdón de pecados por su sacrificio. Ellos nunca predicaron la ley entregada a Moisés como método de salvación, nunca ordenaron que los cristianos debían someterse a guardar el sábado, o circuncidarse el pene, o pagar diezmos. Cuando los apóstoles (en las epístolas) hablaron sobre la antigua ley era simplemente para comprobar que ya el verdadero cristiano no tenía que sujetarse a esos preceptos, ya que el antiguo pacto era simplemente un guardián o vigilante que iba a perdurar hasta que llegara la fe en Jesucristo, y una vez llegada la fe en Jesucristo, ya ese guardián (la ley) no tenía ningún poder en contra de los cristianos, como ya lo hemos leído en gálatas 3: 19-20, donde dice lo siguiente:

“Antes de llegar esta fe, la ley nos custodiaba como a prisioneros. No tuvimos libertad sino hasta que la fe fue revelada. Por eso, la ley era nuestro guardián hasta que llegó Cristo. El resultado es que estamos aprobados a través de la fe. Ahora que ha llegado la fe, ya no necesitamos que la ley sea nuestro guardián. Todos ustedes son hijos de Dios por la fe en Jesucristo, porque ustedes fueron bautizados en Cristo y ahora están revestidos de él.”

Ahora debemos responder la siguiente pregunta: ¿Qué sucede cuando se quiere ligar la antigua ley entregada a Moisés con el evangelio de Jesucristo?: la respuesta es dura y cruda: se edifica un evangelio anatema, es decir: un evangelio maldito.

Todo el libro de gálatas es una reprimenda que da el apóstol Pablo a la iglesia de la ciudad de Galacia, ya que en esa iglesia los judaizantes de habían infiltrado, y estaban mezclando el evangelio de la gracia con las ordenanzas y rituales de la ley mosaica, por lo cual el apóstol Pablo los llamó insensatos y necios (gálatas 3: 1-3). Mas aún, el apóstol Pablo asegura que quienes pretendan ligar el evangelio de Jesucristo con la antigua ley mosaica caen en anatema o maldición, vamos a leerlo:

Gálatas 1: 6-9: “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.

Fíjense que Pablo es bien recto en este tema, asegurando que solamente debemos de aceptar como bueno y valido únicamente el evangelio predicado por los apóstoles del señor Jesucristo, y no debemos dar oído a un evangelio diferente. Evidentemente las ordenanzas para los cristianos los apóstoles las dejaron plasmado en las diferentes epístolas del nuevo testamento, y ya sabemos que en ninguna de las epístolas vamos a encontrar alguna orden apostólica para que los cristianos se sometan a los preceptos de la ley mosaica, todo lo contrario: en las epístolas los apóstoles aconsejan a no someterse a ese tipo de esclavitud. Aquellos que estaban entrando a la iglesia de Galacia a perturbar y pervertir el evangelio de cristo eran los judaizantes. Los judaizantes eran supuestos conversos al cristianismo, pero que no abandonaban los preceptos y ritos de la antigua ley. Mas aun: los judaizantes enseñaban que ciertos ritos de la ley eran necesarios para lograr la salvación, como por ejemplo circuncidarse el pene, vamos a leerlo:

Hechos 15: 1: “Y algunos descendieron de Judea y enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.”

En pocas palabras, ya la salvación no dependía del sacrificio de Jesús en el madero de tormento, la sangre del nuevo pacto no servía para nada para estos judaizantes, entre los cuales se encontraban algunos fariseos, vamos a leerlo:

Hechos 15:5: “Pero algunos de la secta de los fariseos que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés.”

Y es que estos judaizantes no habían comprendido, pues aún el velo de la ley les tenía nublado el entendimiento (2 corintios 3: 5-18), que ese antiguo pacto debía caducar para dar paso al cumplimiento de la promesa que Dios le hiso a Abrahán, que de su linaje procedería el cristo, el salvador del mundo, y que esa ley entregada a Moisés era un guardián que iba funcional hasta que llegara el cumplimiento de esa promesa.

La gracia de Dios se manifestó de forma completa es únicamente a través de la persona del señor Jesucristo, por cuyo sacrificio pagó por los pecados de todos aquellos que habían de arrepentirse y creer en él, de este modo los creyentes quedaban gratuitamente justificados ante Dios. Los que pretendieran proseguir amarrados a la antigua ley con todos sus 613 preceptos y todos sus rituales, simplemente estaban rechazando la gracia de Dios y se estaban desligando del señor Jesucristo, por lo cual Jesús no puede interceder ante Dios por los judaizantes, ya que estos pretenden justificarse a sí mismos guardando la ley, vamos a leerlo:

Gálatas 5: 3-5: “Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley. De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído. Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia.”

Obviemos en este pasaje la palabra “circuncisión”, y pongamos otra a ver cómo suena: “testifico que todo hombre que guarda el sábado, está obligado a cumplir toda la ley”… “testifico a todo hombre que  paga diezmos, está obligado a cumplir toda la ley”…. “testifico a todo hombre que celebra fiestas israelitas está obligado a cumplir toda la ley”… cualquier persona que pretenda sujetarse a uno o varios de los preceptos de la ley, luego esa misma ley le obliga a cumplirla completa, ya que la ley no es como un menú religioso del cual se puede tomar algunas cosas y desechar las demás: ¡! ES TODO O NADA ¡!, y resulta que quienes pretendan justificarse ante Dios por medio de la ley, de nada le sirve el sacrificio de cristo, vamos a leerlo:

Gálatas 2:21: “No hago nula la gracia de Dios, porque si la justicia viene por medio de la ley, entonces Cristo murió en vano.”

Recuerden que todos los preceptos de la ley lo único que hace es señalar lo que es pecado y condenar a muerte a quienes no cumpla con la ley, y como absolutamente nadie puede cabalmente cumplir con todos los requerimientos de la ley, entonces el pecador debía de ir al sacerdote levita y sacrificar algún animal limpio e inocente, y esa sangre era el pago que cubría ese pecado, ya que la ley por sí sola no puede salvar a nadie, ya que nadie la cumple completa. Es por eso que Dios el padre envió a su hijo Jesucristo, el cual realizó el sacrificio perfecto, una vez y para siempre, para acabar con el pecado de todos aquellos que se acerquen a Dios siendo justificados por medio de Jesucristo. Es por esto lo peligroso de pretender ligar la antigua ley con el evangelio de la gracia, ya que quien quiera sujetarse a partes de la ley caen en maldición, vamos a leerlo:

Gálatas 3: 10-14: “Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

La iglesia de Galacia había caído en esclavitud precisamente porque fueron engañados por los judaizantes, de cristo se habían desligado, rechazando la gracia gratuita de Dios a través de Jesucristo (gálatas 5: 1). Lamentablemente el espíritu judaizante convierte a las personas en arrogantes, soberbios y hasta racistas: ellos creen que por guardar ciertos requisitos de la ley eso los hacia superiores a los demás gentiles, por el simple hecho de que los gentiles cristianos no se circuncidaban. Era tanto el desprecio que sentían a los no circuncidados que ni siquiera entraban a sus casas ni comían con ellos. Es por eso que, luego que el apóstol Pedro visitó al centurión cornelio (un gentil incircunciso) los judaizantes inmediatamente cuestionaron a Pedro, vamos a leerlo:

Hechos 11: 2-3: “Y cuando Pedro subió a Jerusalén, los que eran de la circuncisión le reprocharon, diciendo: Tú entraste en casa de incircuncisos y comiste con ellos.”

Precisamente el apóstol Pedro, cuando visitó al centurión Cornelio, le explicó lo siguiente:

“les dijo: Vosotros sabéis cuán ilícito es para un judío asociarse con un extranjero o visitarlo, pero Dios me ha mostrado que a ningún hombre debo llamar impuro o inmundo”. Hechos 10: 27-28

Ese desprecio que sentían los que guardaban la ley mosaica hacia quienes no guardaban esa ley, no tiene ninguna justificación, ya que la misma ley de Moisés ordena respetar a los extranjeros, vamos a leerlo:

Deuteronomio 10:18-19: “Yo soy Yahveh, que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido.  Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.”

En todo caso lo que hacía que creciera esa arrogancia en el corazón de esos judaizantes era el hecho de que ellos se apoyaban en la ley para justificarse ante Dios; creían que eso los hacia superiores o superdotados. Eso mismo sucede con los judaizantes modernos, como los Ebionitas o adventistas del séptimo día. Por ejemplo, de forma jactanciosa, la falsa profetisa sabataria Elena G. de White, fundadora de la secta adventista del séptimo día, asegura que quienes no guardan el sábado no pueden salvarse, ya que ella predica que el sábado es “el sello de Dios”. Eso es totalmente falso, ya que la biblia enseña que el sello de Dios es el espíritu santo, y eso solo se obtiene aceptando el nuevo pacto en la gracia a través de Jesucristo, vamos a leerlo:

Efesios 1:13,14: “En El también vosotros, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído, fuisteis sellados en El con el Espíritu Santo de la promesa.”

2 corintios 1: 21-22: “Ahora bien, el que nos confirma con vosotros en Cristo y el que nos ungió, es Dios, quien también nos selló y nos dio el Espíritu en nuestro corazón como garantía.”

Cual aquellos judaizantes de antaño que aseguraban que si no te circuncida no puedes ser salvo, así mismo los modernos judaizantes aseguran que si no guardas el sábado te condenas; del mismo modo los evangélicos pentecostales aseguran que si no diezmas eres un maldito delante de Dios. Ciertamente los que en realidad están en maldición son precisamente estos judaizantes, ya que están predicando un evangelio anatema, ligando preceptos de la ley con la gracia del evangelio (gálatas 1: 6-9).

Es por esto que encontramos en hechos capítulo 15 que se realiza el primer concilio apostólico, ya que las rencillas entre los judaizantes en contra de algunos apóstoles, como Pablo y Bernabé, era bien conocido en todos lados; por lo tanto, los apóstoles y algunos judaizantes se reunieron en Jerusalén para tratar esta cuestión, vamos a leerlo:

Hechos 15: 2: “Como Pablo y Bernabé tuviesen una discusión y contienda no pequeña con ellos, se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros de ellos, a los apóstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestión.”

Mientras el apóstol Pablo y Bernabé se acercaban a Jerusalén para debatir en contra de los judaizantes, iban por el camino testificando como Dios había extendido su misericordia y salvación a todos los gentiles incircuncisos, sin necesidad de que estos gentiles se sometieran a los requisitos de la ley: era una salvación totalmente gratuita a través de la obra de Jesucristo en el madero de tormentos, vamos a leerlo:

Hechos 15: 3-4: “Ellos, pues, habiendo sido encaminados por la iglesia, pasaron por Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles; y causaban gran gozo a todos los hermanos. Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos, y refirieron todas las cosas que Dios había hecho con ellos.”

Entonces, es el verso 5 del capítulo 15 de hechos donde aparecen esos hipócritas judaizantes del fariseísmo, diciendo lo siguiente:

“Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se levantaron diciendo: Es necesario circuncidarlos, y mandarles que guarden la ley de Moisés.”

El pasaje continúa diciendo lo siguiente:

“Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto.” (verso 6).

Al parecer hubo un tiempo de fuertes debates sobre el tema en cuestión, ya que se estaba debatiendo si era necesario que los creyentes que se convertían a cristo, sobre todo los gentiles, debían también guardar la ley de Moisés. Es entonces que el apóstol Pedro se pone en pie, y da testimonio de como Dios le envió a casa del gentil centurión Cornelio, y de como Dios bendijo a Cornelio, sus familiares y a todos los gentiles que estaban en su casa, derramando el espíritu santo sobre ellos, de este modo ni Cornelio ni ninguno de los gentiles que allí estaban necesitaron circuncidarse o guardar la ley para obtener el bautismo en el espíritu, vamos a leerlo en los versos 7 al 11:

“Y después de mucha discusión, Pedro se levantó y les dijo: Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos.”

Fíjense que el apóstol Pedro asegura que Dios selló con su espíritu a aquellos gentiles, es decir: los unió al reino de Dios para salvación, sin necesidad de que esos gentiles guardaran los preceptos de la ley de Moisés: lo único que hicieron esos gentiles fue ejercer fe en el sacrificio de Jesús. Además de esto Pedro asegura que la ley era un yugo que nadie podía cargar, ya que evidentemente nadie podía justificarse ante Dios usando la ley, pues absolutamente nadie podía cumplirla cabalmente, ni siquiera los mismos israelitas, por eso tenían que estar continuamente sacrificando animalitos para que sus pecados sean cubiertos. Recordemos estas palabras del señor Jesucristo:

Mateo 11: 29-30: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.”

Llevar el yugo de cristo es fácil porque precisamente fue él mismo quien cargó con todos nuestros pecados y los clavó en el madero de tormentos para que nosotros seamos libres, y así la ley no nos pueda condenar; Jesús en persona es nuestro descanso: nuestro sábado eterno. Por esto el apóstol Pablo aconseja a no someternos nuevamente como esclavos a la antigua ley, vamos a leerlo:

Gálatas 5:1-18: “Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.”

Luego del apóstol Simón Pedro testificar como Dios bendijo a los gentiles en casa de Cornelio, los pasajes de hechos 15 versos 12 al 21dice lo siguiente:

“Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas había hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles. Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para tomar de ellos pueblo para su nombre. Y con esto concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito: Después de esto volveré reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y repararé sus ruinas, Y lo volveré a levantar, Para que el resto de los hombres busque al Señor, Y todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre, Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos antiguos. Por lo cual yo juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo.”

Como podemos ver, aquí el apóstol Jacobo da un sabio consejo; que no se inquiete a los cristianos gentiles, porque estaba profetizado desde el antiguo testamento que también sobre los gentiles es invocado el nombre de Dios, que también los gentiles estaban esperando la llegada del mesías, el descendiente de David, el cual es Jesucristo. Que dejen en paz a los cristianos gentiles, que solo se les aconseje a apartarse de la idolatría, de fornicación, de comer carne de animal ahogado (ya que la sangre de animal ahogado se pudre dentro del animal), y no podían comer sangre, ni usar sangre en cultos pagano. De todos modos (dice Jacobo), la ley de Moisés continuaría predicándose sobre aquellos que aun tenían puesto el velo de la ignorancia en las diferentes sinagogas.

Lo bueno de todo esto es que todos los apóstoles y los ancianos de la iglesia se pusieron de acuerdo, ya que sin ninguna duda el espíritu de Dios estaba actuando en ellos para que tomaran la decisión más correcta, es por eso que los pasajes continúan diciendo:

“Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabás, y a Silas, varones principales entre los hermanos; y escribir por conducto de ellos.” (verso 22 al 23).

Es así como todos los apóstoles y los ancianos de la iglesia redactaron una carta, donde se imponía a la iglesia ciertos requisitos que justamente todo cristiano debe de obedecer, además en esa carta los apóstoles advierten que esos judaizantes que estaban corrompiendo el evangelio eran personas peligrosas, que no tenían autorización de los apóstoles, y, por lo tanto: Dios no los había enviado, vamos a leerlo:

“Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia, salud. Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, a los cuales no dimos orden, os han inquietado con palabras, perturbando vuestras almas, mandando circuncidaros y guardar la ley, nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo, hombres que han expuesto su vida por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Así que enviamos a Judas y a Silas, los cuales también de palabra os harán saber lo mismo. Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. (versos 23 al 29)

Ahí lo tienen bien claro: los verdaderos apóstoles del señor Jesucristo en común acuerdo con los ancianos o pastores de la iglesia nunca impusieron sobre los cristianos ningún requisito de la ley mosaica, como el decálogo, circuncidarse, guardar el sábado, pagar diezmos, celebrar fiestas religiosas de la ley: solo recomendaron apartarse de la idolatría, no podían comer sangre ni derramar sangre en algún culto extraño, no podían fornicar, ni comer carne de animales ahogados, ya que la sangre de animales ahogados se pudre dentro del animal produciendo daño en el templo de Dios que es el cuerpo del creyente. Además, en esa carta los apóstoles dan la advertencia a la iglesia para que no se dejen engañar por los judaizantes.

Al recibir la carta, los cristianos de diferentes congregaciones gentiles sintieron gran consolación y descanso: al parecer los judaizantes tenían a estas personas en desasosiego constante con sus anatemas imposiciones, por lo cual la liberación y la alegría llenó el corazón de esos cristianos, vamos a leerlo:

“Así, pues, los que fueron enviados descendieron a Antioquía, y reuniendo a la congregación, entregaron la carta; habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación. Y Judas y Silas, como ellos también eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabras. Y pasando algún tiempo allí, fueron despedidos en paz por los hermanos, para volver a aquellos que los habían enviado. (versos 30-33).

Y es que en este nuevo pacto en la sangre de Jesucristo no debe haber ningún muro de separación entre judíos y gentiles, sinó que en cristo todos somos nuevas criaturas, sin vana arrogancia, ni racismo, ni enemistades, no importando si se es judío o griego, circuncidado o no circuncidado, todo lo contrario, cumpliendo la nueva ley en cristo: la ley de amar al prójimo como a sí mismo. vamos a leerlo:

Colosenses 3: 11-13: “una renovación en la cual no hay distinción entre griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo o libre, sino que Cristo es todo, y en todos. Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia; soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Efesios 2: 13-16: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido acercados por la sangre de Cristo. Porque El mismo es nuestra paz, quien de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne la enemistad, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz; y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad, y vino y anuncio paz a vosotros que estabais lejos, y paz a los que estaban cerca: porque por medio de El los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.

El apóstol Pablo continuó en su lucha en contra de los judaizantes, y cuando los judíos apegados a la ley rechazaban el mensaje de salvación a través de la fe en Jesucristo, y preferían continuar con aquel velo de ignorancia puesto en el entendimiento (2 corintios 3: 5-18), entonces Pablo se volvía a los gentiles, para que ellos recibieran esa gran salvación por gracia, para alegría de estos, vamos a leerlo:

Hechos 13: 45-49: “Pero cuando los judíos vieron la muchedumbre, se llenaron de celo, y blasfemando, contradecían lo que Pablo decía. Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valor y dijeron: Era necesario que la palabra de Dios os fuera predicada primeramente a vosotros; más ya que la rechazáis y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos lo ha mandado el Señor: TE HE PUESTO COMO LUZ PARA LOS GENTILES, A FIN DE QUE LLEVES LA SALVACIÓN HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA. Oyendo esto los gentiles, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor; y creyeron cuantos estaban ordenados a vida eterna. Y la palabra del Señor se difundía por toda la región.”

Ocurrió un suceso de confrontación entre el apóstol Pablo en contra del apóstol Pedro, porque Pedro había caído en la trampa de los judaizantes. Sin duda eso ocurrió antes de que Dios enviara a Pedro a casa del gentil Cornelio, es decir: antes del concilio apostólico en Jerusalén. Y es que el apóstol Pedro lamentablemente había caído en una especia de hipocresía, ya que estando en la ciudad de Antioquia Pedro se acercaba a los gentiles y hasta comía con ellos, pero cuando llegaron algunos supuestos cristianos de Jerusalén (de posturas judaizantes), entonces Pedro le daba vergüenza juntarse con los gentiles. Al ver tal acción hipócrita el apóstol Pablo se enojó sobremanera y confrontó a Pedro cara a cara delante de todos, llamándole la atención a Pedro para que se arrepintiera de tal acción, vamos a leer el relato:

Gálatas 2: 11-16: “Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar? Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles, sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.”

Es por eso que Dios mismo le da una lección a Pedro, para que no continuara avergonzándose de los gentiles, y le muestra en visión un gran lienzo que baja del cielo lleno de todo tipo de animales, y Dios le dice a Pedro que mate de esos animales y coma, más Pedro respondía que no podía comer cosas inmundas, más Dios le respondía que “NO LLAMES INMUNDO AQUELLOS QUE DIOS HA LIMPIADO”. Es allí que llegan los emisarios del centurión gentil Cornelio, y Dios ordena a Pedro a Ir con ellos, y predicarles el evangelio a personas gentiles, y a vista de Pedro Dios derramó su espíritu sobre esos gentiles, bautizándolos y bendiciéndoles con la salvación en Jesucristo: de ese modo Dios estaba demostrando que nunca mirada a los gentiles como si fueran seres inmundos, todo lo contrario; para Dios los gentiles eran tan dignos se salvación como cualquier judío. De allí en adelante Pedro entendió que Dios no hace preferencia entre judíos y gentiles, sinó que Dios acepta por hijo a todos aquellos que aceptan el evangelio de la gracia a través del señor Jesucristo. Todo ese relato lo pueden leer en hechos capítulo 10.




Es por eso que tiempo después el apóstol Pedro se puso en pie en aquel concilio apostólico, y con toda valentía defendió a los cristianos gentiles, impidiendo de ese modo que los judaizantes pretendieran continuar corrompiendo el evangelio, queriendo obligar a los gentiles a guardar la ley mosaica.

 

LOS MODERNOS JUDAIZANTES.

Entonces tenemos que los judaizantes predican un evangelio que está bajo la maldición de Dios: los que pretenden ligar la ley mosaica con el evangelio de la gracia son anatemas, y debemos de rechazarlos inmediatamente. Antes querían imponer la circuncisión más otros preceptos de la ley, hoy en día quieren imponer guardar el sábado o pagar diezmos, más otras perversiones que los apóstoles del nuevo testamento jamás impusieron para la iglesia: incluso existen judaizantes tan necios y racista que pretenden imponer el idioma hebreo como medio de salvación. Esos modernos judaizantes predican que no se debe pronunciar el nombre de Dios el padre o el nombre del mesías en otro idioma que no sea el hebreo; que quienes pronuncien el nombre del padre celestial o del mesías en algún idioma gentil supuestamente esta “BLASFEMANDO”. Todo esto no es más que mentiras del diablo, ya que ese tipo de mandamiento no existe en el nuevo testamento (ni en ninguna parte de la biblia), ya que la salvación no depende del idioma hebreo, por lo cual no es ningún pecado transliterar los nombres divinos a otros idiomas: yo puedo pronunciar en nombre del mesías en hebreo “YAHSHUA”, como también lo puedo pronunciar al español “JESÚS”; la biblia no condena eso.

Estos modernos judaizantes predican que “DEBEMOS BUSCAR NUESTRAS RAÍCES HEBREAS”, ya que ellos creen que si usted no tiene sangre hebrea no puede salvarse, y por ahí andan estos modernos judaizantes usando atuendo judíos, usando la quipa en la cabeza y soplando el cuerno o shofar, cargan la lampara de 7 brazos, y hasta algunos son tan insensatos que han fabricado replica el arca de la alianza: no importa que ese judaizante haya nacido en la selva amazónica de padres indígenas, a la hora que se les mete en la cabeza que supuestamente tiene raíces hebrea, hasta se cambian el nombre, poniéndose nombres hebreos para de este modo tratar de impresionar a los demás, y ya no te saludan en su idioma, sino que te saludan con “SHALOM”, fabricando de este modo un idioma extraño entre español y hebreo, que sería algo así como “HEBREÑOL”, algo que suena literalmente ridículo, patético y desagradable al oído. No es pecado conocer o estudiar el idioma hebreo, no es pecado conocer la historia de Israel: pero los judaizantes se van a los extremos del racismo y la idiotez: y eso sí que es pecado.

la mayoría de judaizantes sobre todo en Latinoamérica, aseguran que provienen del linaje de algunas de las 10 tribus perdidas de Israel. Todo esto también es una falsedad, ya que ellos no pueden comprobar eso, y en todo caso, si aún fuera cierto que alguno de ellos por pura casualidad provenga del linaje de alguna de las tribus de Israel, no por eso es superior a los demás seres humanos, como si por tener sangre israelita ya por eso tienen la salvación asegurada; ya que Dios el padre no es racista, y ha extendido su salvación a todas las naciones bajo el cielo, vamos a leerlo:

Apocalipsis 5: 9-10: “Y cantaban un cántico nuevo, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre compraste para Dios a gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación. Y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios; y reinarán sobre la tierra.”





Para Dios no importa si usted es judío o gentil, si es esclavo o libre, si es hombre o mujer: PARA DIOS LO ÚNICO QUE IMPORTA ES QUE USTED ACEPTE LA SALVACIÓN A TRAVÉS DEL SEÑOR JESUCRISTO; eso es más que suficiente para que usted herede la promesa de salvación, vamos a leerlo:

Gálatas 3: 27-29: “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús. Y si sois de Cristo, entonces sois descendencia de Abraham, herederos según la promesa.

Además de toda esta apostasía entre los modernos judaizantes, entre algunas sectas de ellos, afirman que el apóstol Pablo “NUNCA FUE UN VERDADERO APÓSTOL O ENVIADO DE JESUCRISTO”: a ese tipo de manipulación han caído algunos modernos judaizantes. Ellos aborrecen sobremanera al apóstol Pablo y lo señalan como a un impostor, un perseguidor de la iglesia, que en vez de arrepentirse (supuestamente) lo que hiso Pablo fue infiltrarse en las congregaciones para neutralizar la ley de moisés. Evidentemente esas acusaciones en contra del apóstol Pablo no tienen ningún fundamento en los datos de la historia bíblica, sobre todo en el libro de hechos de los apóstoles. En hechos de los apóstoles se narra en primer lugar los primeros movimientos dados por los apóstoles del señor Jesucristo como Pedro y Juan (capitulo 2 y 3 de hechos), también se narra las predicaciones y aventuras de grandes evangelistas, como Esteban y Felipe (hechos 7 y hechos 8: 4-40), y así, sucesivamente, el libro histórico de hechos va narrando todo lo sucedido con los apóstoles en el inicio de la iglesia. Ciertamente Saulo de Tarso (Pablo) en principio era un perseguidor de la iglesia (hechos 8: 1-3), pero luego sucedió algo extraordinario: JESUCRISTO MISMO EN PERSONA SE LE APARECIÓ EN EL CAMINO Y LO COMISIONÓ, TRANSFORMANDO A ESE PERSEGUIDOR EN UNO DE LOS MAS FERVIENTES DE TODOS LOS DISCÍPULOS.

Desde el capítulo 9 en adelante el libro histórico de hechos de los apóstoles se enfoca en las aventuras evangelísticas del apóstol Pablo, el nombrado apóstol a los gentiles. Si el apóstol Pablo hubiera sido un falso apóstol entonces todo el libro de hechos hubiera sido falso, ya que todo el libro de hechos relata todo lo sucedido con este gran apóstol cuando viajaba plantando iglesias por todo el imperio romano, al punto de que su vida se vió en peligro de muerte muchísimas veces. Además de que el mismo apóstol Pedro, en su epístola, reconoce al apóstol Pablo como alguien que predica la verdad, lo pueden leer en 2 Pedro 3:15-16.

Esos judaizantes modernos odian al apóstol Pablo ya que Pablo los desenmascara; pone al descubierto los engaños de los judaizantes y los llama “PERROS MUTILADORES DEL CUERPO” (Filipenses 3:2-3), los llama “ANATEMAS” (malditos: Gálatas 1: 6-10), y los acusa de ser gentuza que no cuentan con el favor de Dios a través de Jesucristo (Gálatas 5: 2-4). Es por estas razones que muchos modernos judaizantes hablan tantas mentiras en contra del apóstol Pablo, en cual fue un verdadero apóstol del señor Jesucristo.

 

PARTE FINAL DE ESTE CAPITULO 17.

Y, para finalizar este capítulo; debemos de entender que los verdaderos cristianos no hacen buenas obras para justificarse ante Dios por esas obras, todo lo contrario: el verdadero creyente hace buenas obras por puro agradecimiento a Dios, y porque venimos desarrollando en nosotros el carácter del señor Jesucristo, el cual hacia el bien porque simplemente el amor y la misericordia así se lo dictaba. Nosotros igual, reconocemos que es Dios mismo quien nos prepara para que hagamos esas buenas obras, vamos a leerlo:

2 Timoteo 2:21: “Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra.”

Tito 2:14: “quien se dió a sí mismo por nosotros, para REDIMIRNOS DE TODA INIQUIDAD y PURIFICAR PARA SI UN PUEBLO PARA POSESIÓN SUYA, celoso de buenas obras.”

Y es que las buenas obras es Dios mismo quien las ha creado, nosotros lo único que hacemos es con mucha alegría confirmar esas buenas obras haciendo el bien que Dios quiere, de ese modo la gloria siempre será para Dios, vamos a leerlo:

Efesios 2:10: Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas.

Ya estamos conscientes de que este caminar del cristiano hacia la santificación es a través de caídas y levantarse, de vencer diferentes pruebas que nos irá perfeccionando cada día más en personas más maduras en la fe y en el cumplimiento de todo aquello que Dios quiere. Es por eso que Dios jamás va a condenar a unos de sus verdaderos hijos, aunque este caiga en algún error o tentación, sinó que Dios lo ha de disciplinar, lo irá levantando cuantas veces caiga, y cada día más ese creyente será más acto y perfecto; de ese modo ese creyente está asegurado en las manos de Dios el padre mismo, como también en las manos del señor Jesucristo, ya que el mismo señor Jesucristo (por orden del Dios padre) ha comprado a ese creyente a precio de su propia sangre.  Es por estas causas que el verdadero cristiano hace buenas obras, por el hecho de que Dios mismo lo prepara para que haga el bien, y lo seguirá haciendo hasta que llegue el día de cristo, ya que ahora, cuando el creyente comienza a ejercer fe en la obra de Dios a través de Jesucristo, que el mismo Dios padre toma para si la responsabilidad de la vida de ese creyente, y el mismo Dios padre lo ha de ir perfeccionando a ese creyente, hasta el día de cristo; ya que Dios el padre en persona es quien comienza en nosotros la buena obra, y (como Dios no deja nada inconcluso), el mismo nos irá santificando cada día más, vamos a leerlo:

Filipenses 1:6: “estando convencido precisamente de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.”

Por lo tanto, nosotros hacemos buenas obras no creyendo que esas buenas obras nos van a salvar o nos van a justificar; en realidad hacemos esas buenas obras porque Jesús nos ha libertado de toda maldad y estamos desarrollando en nosotros los buenos frutos espirituales, como el amor, la paciencia y la misericordia, es por esto que inmediatamente vemos a algún necesitado, buscamos con alegría la forma de ayudar al prójimo, y así cumplimos con la ley del cristo, ya que en el pasado nosotros mismos andábamos perdidos y sin salvación, y Dios nos extendió la mano, nos sacó de la esclavitud del pecado, ha puesto en nuestros corazones el espíritu de su hijo, y de ese modo siempre estamos dispuesto a toda buena obra, sobre todo predicando el evangelio puro de la gracia de Dios a través del señor Jesucristo.

Ciertamente la buena conducta y las obras de amor y misericordia que hacemos al prójimo, todo eso es parte de la predicación en el nuevo pacto; no hacemos buenas obras porque la ley nos obligue, sinó porque el espíritu de Dios nos impulsa, por lo cual (repito) es Dios mismo por medio de su espíritu que nos hace actos para que realicemos esas buenas obras en favor de los demás, por eso de Dios siempre será la gloria.

1 Pedro 2:12: “Mantened entre los gentiles una conducta irreprochable, a fin de que en aquello que os calumnian como malhechores, ellos, por razón de vuestras buenas obras, al considerarlas, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.”

Para el católico romano, la Salvación no viene mediante recibir a Cristo como Salvador personal, sino que es un extenso proceso que comienza con el bautismo, y de ahí en adelante depende de la relación continua de la persona con la Iglesia católica. La Salvación viene mediante la participación en los sacramentos, penitencias, buenas obras, sufriendo por los pecados personales, y los pecados de otros, aquí o en el purgatorio, pagando y comprando indulgencias para reducir el tiempo en el purgatorio, y cantidades casi interminables de misas y rosarios dichos en favor del feligrés, aún después de la muerte. El “evangelismo” católico es por obras, la antítesis propiamente dicha de “el evangelio de la gracia de Dios.”

En realidad, según la biblia, las “buenas obras” para el cristiano no son un medio para merecer la salvación sinó una consecuencia de la nueva vida en cristo, obrado en su ser a causa del bautismo en el Espíritu Santo. No son una imposición o penitencia, sino que son parte de la naturaleza de todo hijo de Dios. No son un “impuesto cotidiano” para seguir “mereciendo” la salvación una vez recibida, ya que (repito) es Dios mismo quien nos prepara, nos capacita y pone en nosotros el espíritu de su hijo; de ese modo los verdaderos creyentes realizan buenas obras, no con la mentalidad de ganarse por méritos propios “la salvación”: sinó que hacemos las buenas obras poque el gozo, la alegría, los frutos del espíritu nos impulsa a imitar a cristo, el hijo de Dios: por lo cual a Dios padre siempre será la gloria.

Hebreos 13:21: “Dios os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, obrando El en nosotros lo que es agradable delante de El mediante Jesucristo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos.

Repito: Por tal motivo, las “buenas obras” para el cristiano no son un medio para merecer la salvación sinó una consecuencia de la nueva vida en cristo. Dicho de otra manera, si un cristiano no es obrador de bien, entonces nunca experimentó la verdadera conversión de su corazón de piedra, y por lo tanto su salvación se encuentra seriamente cuestionada.

 Por tanto, la salvación es un regalo de Dios, el cual ha diseñado todo para el bien de sus escogidos, vamos a leerlo:

‘’Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó  ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?. El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas? ¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Yahshua el cristo es el que murió, e incluso resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros.  ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? Así está escrito: «Por tu causa siempre nos llevan a la muerte; ¡nos tratan como a ovejas para el matadero!» Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.  Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Yahshua el cristo nuestro Señor (romanos 8: 28-39). 

 

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